Playa de 16 en Miramar parte de vida
Recuerdo Político: En 1980, estaba en la Playita de 16 en la costa de
Miramar en La Habana con unos amigos de secundaria cuando llegó alguien
gritando que la Embajada del Perú estaba abierta para que entraran todos los
que quisieran irse del país. Como otros bañistas, fuimos andando hasta la
Embajada y vi como mucha gente entraba, todos pensamos que sería una trampa y
terminarían presos, no fue así.
Recuerdo Musical: En la playita de 16 escuchábamos emisoras cuyas hondas
emitían desde Miami la música en inglés prohibida en la radio nacional que era
hecha a nuestra medida.
Recuerdo Personal: Quizás el recuerdo más recurrente es ver a casi todos,
todo el día metidos en el agua sin salir, algo insólito en el Mediterráneo que
ahora me es afín..., o el Atlántico cuando me bañaba en Cádiz.
Aquí el mar es más escenografía del recreo que vida en él cuando uno va a
la playa. Esa ausencia de contacto perpetuo con el mar y esa forma que tiene la
costa habanera de dejarte su recuerdo en forma de púas móviles de erizos de mar
en la planta del pie, que diez años después llega a la memoria, duele. Aunque
sean hoy erizos virtuales de una ciudad invisible -globosa o discoidal- que resetea el síndrome de la ausencia.