Cuando vives en Barcelona bajo los referentes del arte y la cultura catalana y ves un grupo de son cubano tradicional como Habana con Kola en su bastión del Harlem Jazz Café, donde se presentan con regularidad semanal, no se me ocurrió otra comparación que pensar que ellos aspiran a consagrar su música como la obra más conocida de Gaudí: La Sagrada Familia.
Primero, porque la fachada del Nacimiento de ese templo, creada y construida por el propio Gaudí, en 1926, se hizo en pleno auge del son tradicional en Cuba, y segundo, porque las nuevas ampliaciones del templo se han ido terminando casi cien años después, quizás muy lejos del fondo y la forma que hubiese hecho el propio arquitecto catalán, pero consolidando su armonía actual por otros caminos.
Habana con Kola, retoma el sonido de la Trova Tradicional cubana en su vertiente sonera (se forman en el 2009) y la renuevan en el fondo y en la forma, sin dejar de perder la esencia de donde se alimentan. A ésta le añaden bossa, plena, bomba, filin y elementos de pop-rock y jazz, sin olvidar la humedad sonora del mediterráneo barcelonés en pura fusión, re-inventándola.
La fachada del Nacimiento, sería para estos músicos, los temas que interpretan del propio repertorio de la trova tradicional cubana, Flor de Venganza u Olvido y su fachada actual, serían las canciones originales de su propia autoria, sobre todo de Carlos Lage, quien se las ha ingeniado para mezclar la tradición con la modernidad en el lenguaje de sus textos y disfrazarlo de música tradicional sin que esto nos lleve a una ruptura sonora ni conceptual.
La fachada del Nacimiento, sería para estos músicos, los temas que interpretan del propio repertorio de la trova tradicional cubana, Flor de Venganza u Olvido y su fachada actual, serían las canciones originales de su propia autoria, sobre todo de Carlos Lage, quien se las ha ingeniado para mezclar la tradición con la modernidad en el lenguaje de sus textos y disfrazarlo de música tradicional sin que esto nos lleve a una ruptura sonora ni conceptual.
El concierto del pasado sábado, además, formaba parte de los conciertos de Barnasants, un festival donde participan varios cantautores que tocan en diferentes locales y teatros de la ciudad patrocinado cada año por el ayuntamiento de Barcelona. Habana con Kola presentó su versión más sonera, en formato de sexteto, dos metales (saxos tenores), un tres, percusión, bajo, guitarra y voz. Al principio me recordó al último formato de Compay Segundo en los noventa y, luego, cuando se quedaban con un solo saxo, a Los Fakires, de Santa Clara, la diferencia con estos formatos que los anteceden en el tiempo es que ninguno contaba con un cantante como Dono Arango, quien tiene una voz realmente excepcional en su registro, con una tesitura que recuerda por momentos a los mejores soneros y guaracheros de Cuba. Puede mantener las cadencias rítmicas y sincopadas de la magistral Celia Cruz sobre todo cuando improvisa con un magnetismo excelente que se refleja en el lleno total del local, donde más de un seguidor tararea las canciones completas mientras el grupo las canta, hecho insólito para un mes de enero donde las fiestas de Navidad y Reyes dejan las arcas familiares exhaustas.
Dono y Carlos son la esencia de este Habana con Kola, he de destacar el excelente trabajo del tresero Yury Olay, y del saxofonista quienes en diferentes momentos deleitaron con improvisaciones mesuradas y propias de un club de jazz.
Para los que tienen la suerte de vivir en Barcelona, les advierto que Habana con Kola es más que una propuesta para pasar una alegre noche nostálgica de sábado, escuchando melodías como "La Habana sana" o el "Negra no jodas más y vente para Barna". Al final del concierto, me sorprendió la mezcla del son cubano con un cantante de Nigeria, quien le dio otra vuelta de tuerca al son tradicional fusionado del que hablamos al principio, pero con nuevo vestido, como el soul de Erykah Badu envuelto en turbante egipcio.