Entre los sucesos que más impactaron a los franceses en el 2012, según leo en varias encuestas publicadas en los periódicos en el vuelo de Lyon-Burdeos este 25 de diciembre, me quedo con la película francesa, Intouchables (Los Intocables), de los directores Eric Toledano y Olivier Nakache, y que respaldaron en taquilla más de 20 millones de espectadores, acá. Los demás temas, casi todos políticos prefiero pasarlos por alto rápido, aunque debo reconocer que me gusta que ellos les tocará fuerte otras historia como las de Pussy Riot que desafiaron a Putin; la de la adolescente pakistaní, Malala; o la birmana opositora a su régimen San Suu Kyi que terminó su encierro.
Esta película junto con la italiana, La pequeña Venecia, fueron para mí, las mejores películas que vi este año que cierra. Ambas tratan sobre la integración de la emigración en Europa.
En Los intocables, un emigrante africano con bastantes números para caer preso por el contexto marginal donde vive, buscando empleo sin muchas ganas, se le abre la posibilidad de trabajar como asistente de un millonario, al que tiene que atender todas sus necesidades vitales, ya que este está tetraplégico.
La relación que surge entre ellos a partir de esta premisa, es realmente una clase absoluta de tolerancia sobre como se deben asumir el intercambio entre culturas. Si ha esto se añade, que la película esta basada en hechos reales y en la actualidad el rico vive en Marruecos con su mujer, cerca de donde vive su antiguo empleado y ambos siguen siendo inseparables, es alentador estas pequeñas historias de la vida cotidiana en Europa. José Arce escribió de esta película: "Ciento nueve minutos machacando clichés con total tranquilidad", no puedo estar más de acuerdo. La pareja actoral la forman Philippe (François Cluzet), millonario, y Driss (Omar Sy).
Por otro lado, La pequeña Venecia (Shun li y el poeta), de Andrea Segre, trata sobre una emigrante china que viene a Italia para salir de su pobreza personal trabajando en una fábrica textil en las afueras de Roma, y termina -llevada por la mafia que la trajo- en un pueblo Chioggia, no lejos de Venecia, donde conoce a un eslavo que lleva más de treinta años allí y está a punto de retirarse. Que él sea, pescador y poeta, y que ella sienta un culto especial por un poeta chino al que le enciende velas flotantes con deseos y las lanza al mar, es la forma en que ambos tienen de compartir su angustia por la nostalgia y una huida poética a la soledad con mucho acierto. La fotografía es excelente. Al final advierto el reverso humano de las mafias chinas, tomó conciencia de que detrás de un rostro asiático se esconden los mismos sueños.
El vuelo Lyon-Burdeos fue más rápido. No obstante, las tiendas de Lyon entre fulares de seda y objetos de juego y libros del El pequeño Príncipe, me distrajo bastante... "Lyon se convierte en capital de la seda cuando el Rey Francisco I otorga a la ciudad la exclusividad de la fabricación de las telas de oro, de plata y de seda. Desde entonces la destreza de los Canuts, artesanos de la seda, es reconocida en el mundo entero." Sucesos que me cuenta en su discurso personal la madre de Sarah en la cocina en su discurso inicial, al advertir mi impacto con la seda de Lyon.
En Burdeos cuando llegué llovía como en mi primera visita en diciembre de 1999 en las mismas fechas. Los motivos navideños que decoran el centro, muy diferentes a Barcelona, me llaman poderosamente la atención, ya que con pocas luces son muy creativos.
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