sábado, 31 de mayo de 2014

Un paseo por los jardines Miramar en Montjuïc, Barcelona.

Después de trabajar todo el viernes y parte del sábado recogí a mi hija cansado y se me ocurrió que lo mejor que podía hacer era irnos a pasear por los jardines de Montjuïc, es algo que hacemos habitualmente pero esta vez me concentré sólo en los Jardines de Miramar, quizá porque mirar el mar no cansa, y si el mar está junto a un jardín en primavera tienes la sensación de habitar el paradiso donde alguna vez hemos sido expulsados. No sabemos el nombre del urbanista que hizo el paraíso blíblico, en cambio, sí sabemos quien concibió los múltiples jardines de Montjuïc.
El culpable de este maravilloso encanto se llamó J. C. N Forestier un francés urbanista y paisajista que a inicios del siglo XX le llamaban "el mago de los jardines" en París, construyó  jardines excelentes allá por donde le dejaron y lo llamaron, además de París, en Lisboa, Barcelona, La Habana, Sevilla, he tenido la suerte de recorrer sus parques en estas ciudades. Él Inventó realmente eso que llaman hoy la conservación del medio ambiente. Quizás sea el responsable de que hoy esta montaña nos haya llegado casi intacta sirviendo de buen pulmón forestal en la ciudad. Sin dudas inventó la ciudad-parque idea totalmente en confluencia con el gran Le Corbusier.

    Monumento a J. C.N Forestier en el parque de María Luisa de Sevilla.

J.C.N. Forestier fue contratado por el Ayuntamiento de Barcelona para diseñar y ejecutar el ajardinamiento del parque de Montjuïc. Las obras se iniciaron entre 1915 y 1916 con el proyecto del parque de Laribal, de inspiración árabe y en el que se integró la vegetación ya existente. Forestier aprovechó la pendiente de 32 metros para diseñar terrazas, escaleras y cascadas que llevaban a caminos y plazuelas con bancos donde poder descansar. También proyectó los jardines de Amargós, que reciben este nombre en homenaje a quien hizo el primer proyecto de urbanización de la montaña de Montjuïc. Esos jardines se configuran en diversas terrazas tomando como modelo los antiguos jardines de Babilonia.
En La Habana dejó gran parte del diseño del malecón habanero tal y como lo conocemos hoy desde el parque Maceo hasta el final en los túneles, además de rediseñar el paseo del Prado, crear la avenida de los presidentes y la calle paseo. O sea todos los lugares donde el verde tiene un protagonismo en la ciudad.
En Barcelona el mago de los jardines, Forestier diseñó varios jardínes en la montaña de Montjuïc  pero también son de su autoría El jardín de Pedralbes...








    




Grandes viles et système de parcs, de JCN Forestier, donde se difundió en Europa el sistema de parques estadounidense. 













Tenías que ser negro. El racismo en Cuba.





Anécdota racista en Cuba, mi biografía.
En el verano de 1993 fuimos a ver en el videoclub de 31 y 30, en Miramar, el estreno en Cuba de El último tango en París, donde Marlon Brando y María Schneider caminan por París, se encuentran casualmente cerca de la isla de los Cisnes, y aplacan sus angustias con sexo delicado, infinito, y explícito.   Hoy convertido en clásico. Cuando se acabó la peli, mi suegra, Yara y yo, montamos en el bus que atravesaba toda la ciudad hacia La Habana Vieja donde residíamos, no puedo recordar de qué hablábamos, pero todos íbamos impactados con la película de Bernardo Bertolucci que había sido estrenada en el mundo veinte años antes.

Al bajarnos del bus, ellas lo hicieron por la puerta central y yo fui hacia la última sin pensar que eso sería un problema. Cuando estaba a punto de poner un pie en la acera, alguien por detrás me levantó y me pegó a la pared de un edificio… Yo alucinaba, pues no tenía ni idea de lo que ocurría, había mucha oscuridad en esa zona, dos calles antes del Paseo del Prado, muy parecido a Las Ramblas de Barcelona con salida al mar; no obstante, uno, sacó un carné de la seguridad del Estado y me dijo: -que quién ¡cojones! era yo para jinetear en la guagua a esas extranjeras…

El otro, antes de permitirme hablar, ripostó, ¡tenías que ser negro! Asombrado, después del cacheo que siempre roza el tocamiento homosexual, dije que no estaba persiguiendo extranjeras, que una era mi esposa, y, la otra, mi suegra. Esbozando una sonrisa el militar vestido de paisano me dijo – ¿No te ves muy negro para estar con esa blanquita?... El otro remarcó, ¿qué cuento es ése de tu suegra, esa rubia?... No la veía bien, eran mechas, no es que fuera rubia y la otra tampoco es que fuera blanquita, pensé. Mientras, el otro, dudando un poco, me dijo: -A ver, llámalas… Como no te contesten irás directo al calabozo ¡negro e mierda!

Yo grité: -¡Amoreeee! y no se volvió, con el ruido de la salida del bus, no me escucharon, luego grité su nombre, y ambas se volvieron, y me vieron entre esos dos personajes de misterio que al momento se incorporaron como si fuesen dos amigos míos. No me pidieron disculpas y se fueron en silencio sin reconocer ningún error. Debo aclarar que los dos eran negros y habaneros, por el acento, o sea, su desprecio era racista con poderío militar como casi todo en esa época allí.

Pensaba en esto después de que la Unión Europea le diera el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, 2010, al disidente y negro cubano: Guillermo Fariñas.

Me dije, en las reuniones de Seguridad del Estado al más alto nivel, seguro habrán comentado, ¡mierda, negro de mierda! Seguro no saben que en Europa, los actores de teatro utilizan la expresión ¡Mucha Mierda! También como señal de ¡buena suerte!

Foto Arkolano