Pero no se detuvo ahí. Algunos gobiernos africanos exigieron que el caso, que consideraban un ejemplo de racismo colonialista, se discutiera en Naciones Unidas, donde acababa de tomar las riendas el ghanés Kofi Annan. Finalmente, en 2000, el Ayuntamiento de Banyoles cedió a la presión diplomática mundial y devolvió al bosquimano, que fue enterrado con honores en un parque nacional de Botsuana.
Para el ex director del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, Alfonso Navas, el caso del negro de Banyoles no sienta un precedente para devolver otros restos humanos expuestos en los museos europeos, porque no es comparable a ninguno de ellos. "Exponer un hombre negro disecado ex profeso como si fuera una bestia era una ofensa a la dignidad humana, pero el caso de las momias o de hombres prehistóricos conservados bajo el hielo es diferente", opina. "Es inconcebible imaginar la situación al revés: un español disecado y expuesto", añade Navas, que es partidario de exhibircabezas tatuadas maoríes o cráneos jibarizados siempre que esté justificado científicamente.
La ley española no dice nada al respecto, según explica la directora del Museo Nacional de Antropología, Pilar Romero de Tejada. De hecho, en su sede de Madrid se exhibe elgigante extremeño, el esqueleto de un hombre de 2,35 metros de altura que cedió su cuerpo al museo en la década de 1840 a cambio de un sueldo vitalicio de dos pesetas y media diarias.
"Nadie dice nada del gigante, ni de los santos incorruptos de las iglesias; la polémica delnegro de Banyoles no tuvo sentido", sostiene. En España, dice, las grandes colecciones de antropología física se guardan en almacenes de los museos y sólo se exponen en ocasiones, "con absoluto respeto y justificación científica", como sugiere el Consejo Internacional de Museos.
Noticia contada por el Público.es