Iba solo. Me acerqué al puente de Eiffel en Porto. No recordé la torre en París del mismo arquitecto, caía la tarde. Acaba de ver la mejor librería que había soñado ver nunca: Livraria Lello e Irmão.
Había bebido Porto y todas las formas posibles del bacalao local. Tenía una flor en la cabeza: Margarida. Ella había nacido cerca de Porto, aunque la besé en Barcelona. Me enseñó a decir: Beijos con acento portugués y no esa melodía de beijos que vienen del bossa...
Los nombres de mujer que implican una flor Rosa, Margarida, Iris, ... terminan al centro de mi. Aunque Margarida en inglés le dicen Daisy, una alteración de la expresión: Day 's eye, ojo del día.
Ser el ojo del día de mis recuerdos me hace feliz. Sé que he vivido. Y mi Luna pasa por ríos de humedad esencial en mi por haber estado en ellos... Sena, Guadalquivir, Tíber, Duero, Danubio y Vístola... Todos ellos existen, porque una vez hice un pacto de amor bajo el puente del río Almendares en La Habana, que nunca cumplí.