El verdadero problema que tengo es que da igual que os bloquee, que cierre Facebook, Twitter, Instagram o que os increpe directamente y desmonte vuestros argumentos uno a uno, la mayoría totalmente manipulados por un discurso unionista apoyado mayormente por analfabetos, fuerzas corruptas y gente que en general sólo tiene ganas de guerra.
El verdadero problema es que, aunque yo os ignore, seguís ahí fuera, odiando. Dispuestos a armaros hasta los dientes y venir aquí, a mi casa y a la de tantos otros, a imponernos por la fuerza que tenemos que pasar por vuestro aro: un aro corruputo, violento, casposo, de todo menos digno de una sociedad evolucionada y abierta al diálogo.
Yo no odio a España, no odio a los españoles, y por suerte tengo amigos por todo el país que facilitan que esto sea así, y entiendo que os están manipulando; pero no puedo daros mi apoyo, porque en pleno siglo XXI y con las puertas de Internet totalmente abiertas, seguís consultando medios y fuentes que incitan al odio y a la violencia, que mienten y manipulan descaradamente, en vez de buscar otras vías para entender realmente lo que está pasando. No puedo apoyaros porque os seguís reafirmando en la "legalidad", en lo "constitucional", en legislaciones que pensáis están hechas por y para el pueblo, y en realidad sólo buscan -palabras textuales de Rajoy- "el mío -el suyo- beneficio político".
De apoyar la violencia de los últimos días "porque estábamos haciendo algo ilegal", tengo que preguntaros algo sencillo: ¿si a vuestras abuelas las cogieran de los pelos y las tirasen escaleras abajo porque han robado un jamón de bellota de 300 euros en el súper (robar es ilegal, os lo recuerdo), os seguiría pareciendo bien la aplicación de la fuerza y la violencia en pro de la legalidad? Seguro que no. Pero es más fácil coger todo ese odio que habéis ido acumulando históricamente y escupírnoslo en la cara cada vez que podéis.
El pueblo catalán ha demostrado valentía y coraje, y la solidaridad de muchos otros ciudadanos españoles alrededor del país demuestra que no estamos locos, que las reivindicaciones que hacemos son totalmente legítimas, aunque muy a nuestro pesar, ilegales (y no será porque no lo hemos intentado por el camino legal, no será porque no hemos abogado por el diálogo...).
Llegados a cierto punto, y entendiendo que queréis que Catalunya sea parte de España, creo que deberíais reconsiderar vuestro discurso del odio, y empezar a intentar convencernos con algo que no esté fundamentado puramente en la falacia, la manipulación, la rumorología y el miedo. Igual así, aunque quepa una posibilidad remota, empezáis a convencernos de que deberíamos reconstruir este país de los pies a la cabeza, basándonos en el diálogo, el respeto y aprecio por el otro, y la democracia.
Mientras tanto, solo me ha quedado clara una cosa de todo esto: España ni es Una, ni es Grande, ni es Libre.
Salud y República.
Natalie War Rior. 23 años. Graduada de Periodismo (2017) en La Universidad Pompeu Fabra. En Barcelona.