Ya sé de donde la novia Meghan, del principe Harry, es tan guapa. De su madre norteamericana. Nieta de esclavos africanos llegados a Estados Unidos que hoy llora en Winsor, viendo a su niña casarse con un Principe inglés.
Despues de 12 años trabajando en una empresa nupcial, líder mundial puedo decir, que la austeridad del traje, sin perlas, ni florituras me encantó. Liso, de manga larga y con cuello barco firmado por Givenchy.
Que cantara un coro gospel, que es la metàfora de la tristeza de los esclavos norteamericanos en las plantaciones inglesas, también me gustó, y que el predicador negro anglicano traido de E.U dijera que el amor sirvió a los esclavos para aguantar su dolor en las plantaciones, también.
Meghan es la primera mulata colada en la realeza europea. Ya hay una cubana, una argentina, ambas blancas, pero no una mulata como mi niña, con una madre como mi madre.
Sobre todo porque no hay que olvidar que este hijo de Diana, Lady Di iba a fiestas vestido de nazi; que ahora se case con una hija de norteamericana pobre, sin contrato prenupcial como advierten los medios ingleses denota amor del bueno. Al menos en apariencia.
No sé si servirá para visualizar más la emigración en Europa pero es un paso.