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En el 4to viaje Colón, no su hermano dio con el Chocolate... El primer encuentro de los españoles con el cacao tuvo lugar a finales de julio de 1502, durante el cuarto viaje de Colón, en la isla de Guanaja, a poca distancia de las costas de la actual Honduras. El hermano del almirante ve llegar una piragua con 25 remeros cargada de habas de cacao, entre otras cosas, y nota que eran muy apreciadas por los indios, pues cuando cayeron algunas de ellas al agua «todos intentaban recogerlas como si hubiesen perdido un ojo».
Es en el cuarto viaje de Colón, realizado en el año 1502 con cuatro carabelas, cuando debido a una tormenta inesperada desembarca provisionalmente el 15 de agosto en las islas de la Bahía. En sus primeras pesquisas por la zona Colón intercepta una embarcación de transporte de origen maya que procedía de la península de Yucatán y que sorprende a los españoles por su gran tamaño. La ubicación de dicho cargamento es en Guanaja. Colón hace detener la embarcación, y a pesar de capturar los frutos del cacao (que dio en su diario el nombre de «almendras»), no les llegó a dar importancia, de modo que tras la inspección dejó a la embarcación seguir su transcurso. A pesar de que él sabía que estas «almendras» eran empleadas como trueque, se tiene constancia de que Colón no probó nunca el cacao.16
En el periodo posterior, que se extiende desde 1517 hasta 1519, los conquistadores españoles Bernal Díaz del Castillo (quien hace mención del uso del cacao por los aztecas en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España) y Hernán Cortés, probaron la bebida y la encontraron muy amarga y picante (debido al empleo de achiote). En algunas ocasiones se añadía harina de maíz y a veces setas alucinógenas.17 Ya por entonces los españoles sabían que los frutos del cacao eran considerados como moneda de cambio por los lugareños. fray Toribio de Benavente (apodado Motolinía) ya alude a la existencia del cacao en su obra Memorias o Libro de Cosas de la Nueva España o de los naturales de ella.
Precolombino origen
El origen mesoamericano del árbol del cacao (a quien Linneo dio, en el año 1753, el nombre científico de Theobroma cacao) es disputado hoy en día por los historiadores botánicos,1 ya que existen distintas hipótesis sobre la región de la que procede. Así, algunas teorías apuntan a la zona de Amazonia;5 sin embargo, se estima que la planta crecía igualmente en estado salvaje en otras partes de América, que incluyen las llanuras del alto Orinoco. Es muy probable que los olmecas conocieran la planta del cacao, ya en el año 1000 a. C. y transmitieran su uso y cultivo a los mayas,10 quienes fueron los primeros en describir el cacao en sus jeroglíficos (véase la imagen del margen izquierdo). Existe algún vínculo entre la sangre de los sacrificios humanos y la ingesta del cacao, y muestras encontradas en tumbas mayas han podido documentar que la bebida era habitual en las clases nobles. El papel que desempeñaba en las ceremonias religiosas ya lo explicaba Diego de Landa, en su obra Relación de las cosas de Yucatán.
De todas formas, las crónicas de los conquistadores españoles van dando indicaciones de su utilización por parte de los aztecas como moneda de cambio, que emplea el sistema vigesimal azteca y cuyo uso es muy generalizado. Existían denominaciones específicas, como puede ser el countle, que consistía en cuatrocientas almendras de cacao, el xiquipil formado por una veintena de countles y la «carga», que incluía tres xiquipiles. Gonzalo Fernández de Oviedo expone:
De manera que en aquella provincia de Nicaragua, un conejo vale diez almendras de éstas y por cuatro almendras dan ocho pomas o nísperos de aquella excelente fruta que ellos llaman munonzapot; y un esclavo vale ciento, más o menos, almendras de estas, según es la pieza o la voluntad de los contrayentes se conciertan.
El cacao era valioso por ser empleado en rituales religiosos, en rituales maritales, como medicina (solo o mezclado con otras plantas), así como alimento nutritivo. La creencia generalizada de ser «un regalo de los dioses» le confería cierto atractivo en las sociedades prehispánicas como símbolo de un bien precioso. Su empleo como moneda consistía fundamentalmente en el pago de impuestos a los poderosos.
El emperador azteca Moctezuma II, que es conocido como el emperador que mas gozaba del cacao, bebía más de 50 porciones al día. El fue el que sirvió chocolate en cálices de oro a sus invitados españoles, entre ellos Hernán Cortés. Aunque para el gusto español tenía un sabor muy amargo y ácido, la nueva bebida formada por Cortés en 1521 creo esa misma obsesión que existía en México por todo Europa.
El chocolate caliente que enamoró a España y Europa se ajustó añadiendo azúcar, para endulzar el sabor, y se elaboró por primera vez en el Monasterio de Piedra ubicado en la provincia de Zaragoza. Así pronto se hizo popular entre la aristocracia española y conquistó al país al punto que España procedió a plantar cacao en sus colonias de ultramar. Increíblemente, el arte de la industria del cacao se mantuvo secreto por los españoles durante casi cien años.