La explanada de la Punta —remate del Prado— se ha transformado, después de su ensanche, en un pedregal, donde hasta los perros temen aventurarse, por miedo a lastimarse las patas. ¡Y no se hable del extraño sedimento de glorieta, resto de algo informe, que nos hace pensar en ciertas fotos recientes de bombardeos de Londres
Alejo Carpentier. Tiempo, La Habana, 10 de diciembre de 1940.
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