sábado, 24 de septiembre de 2011

Mis cuentos de La Alhambra


No hay lugar que haya influido tanto en mí. Cómo la primera vez que pisé Granada en el año 2000. Dormir en un Albaisyn frente a la Alhambra debe ser algo obligatorio para todos los que aman la belleza de forma incondicional .

Di clases de salsa en un pueblo de Sevilla que se llama: Alcalá de Guadaira, allí el norteamericano Washington Irving, camino de La Alhambra compró los mejores panes y dulces  de la región en pleno siglo XIX andaluz. Él iba a pie con un amigo ruso, el príncipe Dimitri Ivanovich Dolgorouki, quien era ministro ruso en la corte de Persia. O sea, un ruso y un norteamericano iniciaron el montañismo escrito en este país en el siglo XIX. Yo leí en La Habana estos Cuentos de La Alhambra y tuve fascinación perpetua por llegar un día donde ellos habían señalado el camino.
Granada la tengo clavada en la memoria con tres cimas, El Albaycín, El Sacromonte, y La Alhambra. En la montaña del Sacromonte vi las primeras cuevas habitables convertidas