jueves, 22 de agosto de 2013

La luna llena en Barcelona

Anoche  hubo una luna excelente en Barcelona. Debo confesar que esa misma luna en la mañana es aun mejor cuando voy al trabajo y se muestra tal y como la retraté con el IPad desde el coche -algo que el lector no debe repetir- pero acto que me gusta pues me hace sentir menos solo. Creo que sentirse retratada le hace solidaria con la soledad.
Me atrevería a decir que es hasta menos arrogante pues de día tiene menos brillo, no obstante, se muestra tal como es. De noche, la escenografía de la oscuridad perpetua   la hace soberbia, es capaz hasta de gritarte por teléfono si la llamas, porque sabe que influye sobre la marea, sobre las aguas del Mediterráneo que una vez Manuel Serrat convirtió  en canción.

La amistad silenciosa de la luna
(cito mal a Virgilio) te acompaña
desde aquella perdida hoy en el tiempo
noche o atardecer en que tus vagos
ojos la descifraron para siempre
en un jardín o un patio que son polvo.
¿Para siempre? Yo sé que alguien, un día,
podrá decirte verdaderamente:
No volverás a ver la clara luna,
Has agotado ya la inalterable
suma de veces que te da el destino.
Inútil abrir todas las ventanas
del mundo. Es tarde. No darás con ella.
Vivimos descubriendo y olvidando
esa dulce costumbre de la noche.
Hay que mirarla bien. Puede ser la última.
J.L.Borges.

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