Antes
de abrir las cartas pienso que esta Semana Santa ha estado cargada de muertes
musicales y literarias más de lo normal... Murieron: Junior del dúo Juan y Junior; Cheo Feliciano, el salsero de la Fania All Star, casi toda en el cielo reunida; murió Sonia Silvestre y sin duda el que más
ruido ha hecho en todo el mundo: Gabriel
García Márquez, el colombiano premio Nobel. Hizo tal ruido su muerte en
la calle Fuego 144, en Méjico que hasta la tierra tembló en ese país. Así de
fuerte fue su entrada en el cielo desde la tierra que no quería abandonar.
La
mesa que finalmente logró ocupar, tiene seis sillas en el salón interior del
café, hay cinco chicas y yo, mi irrupción no varió para nada su conversación y
fueron muy amables, pero yo no quería hablar, yo quería escribir... Pensé en mí
poeta actual de cabecera Choi Seung-Ho....
Espero que no
le pregunten al muñeco de nieve, que no sabe nada de nada, por qué vive. No
sólo no sabe nada de él mismo, si es un niño o un anciano o si está vivo o
muerto. El muñeco no sabe de dónde viene ni hacia dónde va. Tampoco si existe o
no, se mantiene parado como llorando o riendo atontado como si fuera huérfano
y sería bueno abstenernos de preguntarle por su casa, la familia, y su
tierra natal...
Cerca
del mar...
Últimas
tres palabras de una canción que pone la camarera del bar Maite, de Jorge
Drexler.
El
té, y sobre todo el pastel con la nata envuelta entre dos hojas de hierba
buena, eran una delicia que compensaban las noticas de una isla en la memoria.