martes, 13 de enero de 2015

Pequeño milagro de San José en Barcelona.

Tras mi salida de Cuba una de las virtudes de mi exilio ha sido no sólo viajar por media Europa y EEUU sino trabajar con personas de diferentes culturas.  Recuerdo un marroquí musulmán que tenía el Corán en un ipod y lo escuchaba todo el día, un ecuatoguineano que era protestante y un Nigeriano católico ortodoxo. Ninguno está muy cerca, en cambio, trabajo con Albert García que es católico practicante por tradición y devoción familiar.
Hoy me contó un pequeño milagro: Resulta que llevaba en la rosariera de su padre, de cuero y sin broche un rosario de la Virgen de Montserrat azul que es su preferido. Este se le extravió en una excursión un domingo y tuvo que tomar otro de San José que también le gusta. Yendo andando en su "Retiro mensual" en los alrededores  de la ermita de San José mientras rezaba junto a Los jóvenes de San José,  sintió la necesidad de regalarle a un amigo que iba a su lado el Rosario de San José. 
Al otro día cuando fue a lavar el coche  donde ya había buscado previamente el Rosario de Montserrat, casi al final cuando pasaba la aspiradora apurando el euro que puso como buen catalán, encontró la rosariera de su padre y el rosario azul marino dentro, y dio en silencio las gracias a San José.

Está convencido, él y su fe, que este pequeño milagro de la aparición de su rosario se debe además de su fe,    a sus tres visitas el año pasado a la Virgen de  Montserrat -patrona de Catalunya-;  una de ellas, andando, y sobretodo, a su altruismo de repartir comida junto a Los Jóvenes de San José,  a los pobres sin casa por las calles de Barcelona en pleno invierno. Cuando no da  él la comida, lleva este rosario rezando por ellos cuando los dejan. 

Con gente como él, Europa está en buenas manos, puedo asegurarlo. Es una lástima que esto no sea masivo, soy feliz de saber que existen.



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