Antes de llegar a Madrid por la A6, me detuve entre Ávila y Segovia a comer un cochinillo al horno segoviano, un acierto.
No lo había comido nunca, en más de quince años aquí, lo que demuestra que hay muchas España's que cuestan de andar y ver.
La piel (el pellejo) de la media pierna la tenía muy bien cocinada (mi panadera en Barcelona que es de por allí dice: achurrascaíto) o sea, que cruje cuando le metes el diente, contrasta con el interior; donde la masa está muy suave con todo el zumo de su propia grasa.
Fue bien al paladar y a la memoria del mapa culinario europeo que uno se arma con exilio y tiempo..
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