lunes, 7 de diciembre de 2015

Un concierto del grupo de Ata Harocho en el centro Jawira. Barcelona.


Valentina Sousa canta en el centro de relajación Jawira como parte del grupo:  Ata Harocho, nada mejor para un domingo de otoño con niebla y sin sol en el barrio del Raval, Barcelona. 
Ella me había  comentado del concierto, pero tuvo la gentileza de recordárnelo y se lo agradezco. No todos los días se puede escuchar instrumentos tradicionales índues, africanos y caribeños juntos. Hecho que fundamenta mi tesis de que la música es capaz de todo. Abolir las distancias, llenar el vacío de una ausencia, y relajar sólo con el sonido.
El formato del grupo:  tablas índues, una kora africana (que recuerda un arpa y un laúd juntos)  y un bajo eléctrico... Con la voz y percusión menor -tamboras, guayos caribeños-de  Valentina Sousa, que suma a sus virtudes una excelente y afinada voz, un lujo en sí mismo. 
Cantaron textos en sánscrito "Namami," y otros poemas no sagrados escritos por Valentina en castellano, y hasta en inglés. 
La luz y las energías del espacio consolidaron una magia única. Donde las tablas brillaron en sí mismas alimentadas por una kora y un bajo de base en todos los ritmos.
Me gusta asistir a conciertos de música donde la propia música te saca de la ciudad y de uno mismo y te lleva a un paradiso perdido. 
Los domingos de otoño en fechas navideñas son en sí mismos doblemente reflexivos,  por eso algo tan distingo a mis citas musicales habituales, me crea una deuda con Valentina que comienzo a saldar escribiendo sobre este impactante concierto donde con música y textos diferentes se toca o acaricia esa parte sensible que habita el alma.
Hablando con Valentina Sousa me dio una definión del grupo que es imposible no dárselas a vosotros que me leen: 
"Podría atreverme a decir que Ata Harocho no nació de un encuentro, no fue una consecuencia. Podría exagerar, desafiar las leyes de la naturaleza y sostener que este proyecto ya existía. Estaba predeterminado. Simplemente existía antes de que nosotros lo supiéramos. Simplemente estaba esperando materializarse. “Ata harocho”, así es como dicen en San Basilio de Palenque, Colombia, para expresar un estado de alegría. Cuando estuve allí, cada vez que escuché esas palabras encontré una mirada serena, una sonrisa. Literalmente significa “estamos contentos”.

Yo no sólo he quedado contento, despierto y libre de deseos, sino con ganas de volver a verlos, por eso acabo con un poema traducido del sánscrito...

El ayer es sólo un recuerdo
El mañana es sólo una visión
Pero el hoy bien vivido
hace de cada ayer
un recuerdo de alegría
y de cada mañana
una visión de esperanza.”


Ata Harocho:
Valentina Sousa (voz) Juan Grajales (kora) Osvaldo Jorge (tablas) Santiago Arteaga (bajo)


Valentina Sousa. 
Fotos siguientes de Marco do Pico lo.  

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