viernes, 26 de febrero de 2016

Comer en casa de una familia en Nice.

Todo viaje es espacial. Pero sin duda cuando visitas una ciudad y tienes la suerte de conocer no solo sus principales monumentos, sino familias autóctonas de la misma. Es realmente un placer infinito. Si esta familia tiene el detalle de prepararte sus platos tradicionales ya es un lujo que no tiene precio. Eso nos ocurrió aquí. Donde estoy tras una semana y fuimos comer a la parte de la montaña donde viven los padres de Juliette, pareja de mí sobrino. 
Un lugar directamente pegado a las montañas que abrazan a Nice y la resguardan de fuertes inviernos. 
Estos calabacines gratinados con queso francés local, tenían un punto excelente. Hablar del vino blanco que los acompañó estando en Nice, no tiene sentido. Hay viajes con suerte que incluyen amigos y familia que lo enriquecen.





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