sábado, 19 de marzo de 2016

Reflexiones de un tanga en Salambó. Barrio de Gràcia.

    Ya no es ni delito, ni erótico. Es costumbre.

Dos chicas muy jóvenes rompen mi reflexión aburrida en un cafe Salambó del Barrio de Grácia e improvisan una clase de castellano actual deshinibido y adolescentario en toda regla…
A mi la de sociales me toca la polla!  La otra contestó: -¡A mi igual, voy de culo con esa gilipollas!
Sabemos que muchas adolescentes de esta edad tienen a la niña de la peli el El exorcista, dentro, aunque el escritor ruso Vladimir Nabokov diría simplemente: nínfulas o Lolitas No obstante, la expresión varonil descontextualiza en los labios pintados de esta adolescente es un lujo.
La asociación de polla con el yo, y la asignatura de sociales, es perfecta, por no decir que la segunda frase es la perfección misma y una fuerte influencia del rap y el reggeton en el lenguaje cotidiano de ciertas jóvenes de clase social determinada. No obstante, trae una referencia subliminal del siglo XVII, al siglo veintiuno barcelonés. Para ser exacto, del poema de Francisco de Quevedo: Gracias y desgracias del ojo del culo...
  “y ella por darle gusto y apagar el fomes de la concupiscencia y titilaciones venéreas, empieza sus cernidillos y bamboleos, diviértese con el gusto y acribilla a golpes el pobre culo de escalón en escalón...”
Una de las chicas mientras habla muestra un tanga blanco descuidadamente. Tiene conciencia de lo que muestra a la luz porque a cada rato se pasa la mano izquierda, por la espalda para comprobar digitalmente que la altura elegida para enseñar sigue ahí. Quizás no sabe que Gabriel García Márquez vivió muy cerca de aquí e hubiese incluido esta escena en uno de sus libros que yo no podré escribir.


Nota: Terminado  el texto en mi mesa, se lo muestro a las chicas. Eran dos. Les gusta lo que escribí, me corrigen alguna expresión y le preguntó sí puedo hacer una foto de su torso-espalda-tanga, dice sin problemas. Se ríe y me pide la dirección del blog. No he puesto su nombre, pero no tuve problemas en decírmelo... Antes de irme les pregunté
 ¿Conocéis la novela Salambó, de Flaubert? No, dijeron a dúo. Quizás les guste, le dije. 



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