sábado, 16 de julio de 2016

Yo no pedí una amiga noruega. Pero tengo a Helen en Oslo.

Maya y Amanda toman helado  juntas de kiwi y sandía, y chocolate. Para que eso ocurriera Helen Kierulf Svane (amiga noruega) pasó de casualidad por Cuba hace 21 años. Estaba en California en un curso de literatura cubana y le hablaron de "novísimos" escritores que estaban cambiando la forma de hacer literatura en Cuba. 
Cogió un avión hacia La Habana  y el profesor e investigador universitario Salvador Redonet, que impartía clases prácticas con nuestros textos y nos invitaba a sus clases, y  hoy que está en la parte literaria del cielo;  le dijo los escritores que debía entrevistar, y aparecí yo, que había publicado ya en varias antologías de cuentos cubanos como "novísimo."
Eso fue puro azar. Que 20 años después nuestras nuestras hijas jueguen en Barcelona, y no en Oslo ni La Habana. También, pero lo segundo se debe a ser amigos. Ayer pensé que las hijas únicas, desarrollan unas afinidades electivas  con sus similares muy especiales.
Yo no pedí nunca tener una amiga noruega.
Pero sé que tengo a Helen en Oslo. Desde que me fui,  nos hemos visto suficiente para saber que no nos dejamos de ver, aunque no nos vamos cada día.  Maya tampoco pidió una amiga noruega, pero viendo como se lleva con Amanda,  creo que su afinidad puede ser duradera. Algo que me haría  jodidamente feliz.

Maya y Amanda.  Amanda y Maya.

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