martes, 13 de diciembre de 2016

La visto estilo urbano invierno. Mi niña crece que asusta y me cura heridas.

No puedes detener el crecimiento. Es irreversible. Mientras ocurre no sabes con que momento quieres quedarte. Quieres todo de tu hija,  pero como la memoria de los teléfonos  todo no lo puedes conservar.
Entonces eliges instantes donde crees que está perfecta, aunque siempre la vez así. 

Nunca pensé que cortarme un dedo con un cuchillo - hoja de 20cm para verduras- mientras cocinaba, me iba a crear una emoción paralela. Al ver a mi niña coger gasa estéril de algodón, Betadine (una solución  cutánea para heridas) y alcohol, y hacerme las primeros auxilios antes de ir al médico  a curarme. Me encantó ese harakiri casual en la mano derecha, sirvió  para una prueba de crecimiento inesperada como el imponderable de una herida. Uno no conoce la palabra ternura sino vive un gesto así.

Hay heridas que unen mientras se curan. Han pasado dos días y no deja de preguntarme como está el dedo.

Decido escribir esta anécdota filial tras ver en el noticiero que muchas niñas en Siria, no tendrán un padre a quien ayudar a cerrar una herida.

Nota:
Cuidado con los cuchillos al cocinar Jorge Luis Borges alerta:
"En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, "interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre," y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres."

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