No me perdonaría si comienzo el post hablando de la canción de Ruben Blades, "Buscando Guayabas..". Con la cual lloré cuando la escuché cantada por él en el Poble Español en Barcelona. Lloré por recordar mi adolescencia en Cuba, no por las guayabas, que sabía que era imposible comer aquí.
Sería falso, además, no llevo 17 años buscando guayabas, pues cuando probé mi primer kiwi en el barrio chino de París, quedé encantado con la primera de muchas frutas que llevo comiendo en Europa y que todos conocéis teniendo conciencia de las naranjas extraordinarias de Valencia o las múltiples variantes y tipos de manzanas de todos los colores y texturas.
Pero el olor de una guayaba fruta traída de Cuba, tiene los mismos elementos de la sexualidad de un mamey o un aguacate traído de ese lugar.
Recuerdo mis primeras guayabas precisamente en el barrio El Guayabal, en Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, de donde es mi familia por parte de padre y donde nació Benny Moré, justo es en el Guayabal, donde se encuentra el Casino de los Congos donde Benny Moré aprendió a bailar, viendo las ceremonias bantú como yo, cuando era niño.
Allí robé con mis primos las primeras guayabas. Las había como éstas que me trajo Laila de Cuba hace dos dias, rojas por dentro y unas más pequeñas que eran amarillas.
No se me ocurrió comerlas cuando estuve en Miami, la predilección por el mamey y el tamarindo, tasajo y otros deleites me deslumbraron, y me hizo perder la cabeza con tanta Cuba dentro de ese Palacio de los Jugos.
Cuando tomé estás entre las manos y la olí, supe que toda la buena memoria de Cuba que recuerdo estaba dentro de esas guayabas. Le deberé a Laila para toda la vida, haber hecho que mi hija probara zumo de guayaba en Barcelona por primera vez. Darle mi infancia a mi hija a través de una fruta de donde nací es una metáfora donde un poeta se siente cómodo y feliz.