sábado, 13 de enero de 2018

La foto más erótica del año: 2018.

DE MI LIBRO ME GUSTA DAR DE COMER A LOS ELEFANTES 


Es una exageración este título. Es el deseo de llamar la atención sobre una seguidora en Instagram que vive en la Amazonia y se llama Mel. No sé si significa miel que ahora tomo con vainilla black tea. 

Pero cuando todo el mundo hoy es erótico con cientos de fotos de sí mismas que no lo son. 
Va esta joven brasileña y me sorprende poderosamente con una foto un poco oscura. 
Su cuerpo desnudo en el que no se ve nada 
salvo la piel que es mucho, un vaso y una botella. 
Un sofá barato de Ikea (imagino) que sostiene un cuerpo que es el origen del mundo. 
Solo ves piel de Mel. 
Que fonéticamente suena piel de miel (insisto). 
Ves piernas que se cruzan desnudas encima de una vagina que no ves,  
pero que supones dispuesta y adiestrada a la caricia, pues el vino barato (desde Europa la arrogancia te hace creer que todos los son) 
crees que simplificará ese acto. 

No sabes si la botella está vacía, si estás seguro de que ella bebe. 
Intuyes todo lo que va a ocurrir debajo de esa piel y fuera de ella tras la foto, 
si fueras él cámara. No soy el cámara 
soy ménage à trois de esta escena
el amanuense egipcio que escribe.
Me hace' feliz no tener la responsabilidad de abatir ese cuerpo.
La futura felicidad de otros me hace mejor, aunque en este instante
yo esté más cerca de un blues.



Decir: es la foto màs erótica del 2018 es una:
hipérbole, ponderación, amplificación, ampulosidad, grandilocuencia, ditirambo, altisonancia y rimbombancia. No obstante, también le sirven los antónimos: moderación y  sobriedad.

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