sábado, 3 de febrero de 2018

La sensualidad de una gata tras el ojo de Ira Konokenko


La sensualidad no está escrita. No hay modelos sensuales hay ojos que captan eros...
Esta joven es o puede ser de cualquier lugar. Ira Konokenko, mi fotógrafa de cabecera hace un año. 
Hace que esta joven cubana para mi anónima sea eros digital. Con un volumen de tristeza en su mirada notable. Y es raro que sea erótica la tristeza. Pero aquí lo es.
Guillermo Cabrera Infante al referirse a Marilyn Monroe le llamaba el artículo femenino. Quizás debió acotar, la sensualidad dentro del artículo femenino.  Ella (Marilyn) nos condicionó una forma distinta de ver Eros tras su piel. De ver la mujer vista por otra mujer con la sensualidad repartida en el gesto.
Ira Konokenko establece una extraña metodología ocular. Hace eros del cabello. Potencia sobre el pecho y debajo del tirante izquierdo un tatoo que no ves, obliga a la modelo a tumbar la cabeza y hace que un grupo de cabellos le tape el rostro, un ojo y unos muy hábiles construyen una metáfora de penetración sensual en sus labios.
Cada una de estas imágenes relatan algo más que sensualidad y tristeza. 
La modelo contrario a Marilyn no ríe nunca. Es una belleza muy redonda y singular  pero triste. Y esa tristeza de sombras y luz que Ira saca de esa piel, a mi como poeta me conmueve. 
Adoro el blues, y esa levedad clásica de Satie y los estudios de piano solo de Chopin. 

El cabello que cae de la frente. En mi país de origen le decíamos 'busca novia.' Aqui el culo, el hombro y la mirada compiten. El encuadre en la sombra dejando la luz para el culo y el tatoo minúsculo del metacarpio es perfecta.
Una escalera que sube. Ella aferrada al marco deseando quedarse. La foto donde está más peinada...El lunar del pecho derecho como una isla que solo está para definir un canalillo inesistente pero sensual remarcado por la uve del mono integral, no sé si está a punto de llorar. Yo diría que ha perdido a alguien. O acaban de abandonarla como un trasto a pesar de su.labelleza.
Yo diría que está a punto de llorar. Y ese contraste entre la belleza y la tristeza  con el punto de luz del hombro acierta una vez más mi Ira.

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