Hace más de 60 años Bola de Nieve (Ignacio Villa) visitó París por primera vez. En 1951, cuando hizo su primera gira a Francia y fue aclamado en la exclusiva boîte Chez Florence, de la capital. Continuó yendo a ese sitio hasta 1958. Edith Piaf comentó: "Nadie canta La vie en rose como él". Hoy si Bola de Nieve estuviese vivo tendría más de cien años. Por desgracia, la muerte le tocó en 1971, en México hace años. Con todo respeto, habría que decirle a Edith Piaf que, desgraciadamente, nadie canta como él muchas canciones.
Ignacio Jacinto Villa y Fernández, Bola de Nieve, tuvo la libertad, pues no hay otra palabra para definirlo, de tomar las influencias de la música y poesía afrocubanas e incorporarlas a la música clásica desde el atonalismo hasta Satie, según conviniese a sus arreglos, sin olvidar que también lo hacía con canciones tradicionales cubanas, españolas, argentinas, así como otras en francés, inglés, portugués, italiano, napolitano y catalán, acompañando las interpretaciones con introducciones que incluían chistes, anécdotas e historias personales.
Según se cuenta en el libro Bola de Nieve (Letras Cubanas, 1998), que tuve la oportunidad de presentar en el Boulevard de San Rafael en Centro Habana, con su música de fondo y el sol restallando en todas partes, Bola creció en un entorno familiar impactante: un padre cocinero de profesión y una madre cuentera, organizadora de fiestas y capaz de bailar la mejor rumba de cajón o de toque de Yemayá; un mundo de hombres rayados, plantes, santería, música y danzas en las fiestas de bembé.
Heredero de todo este acervo, ha sido calificado, posteriormente, como precursor del ritmo filin; junto a Margarita Lecuona y René Tuzet, se le señala entre los primeros compositores conocidos en la historia de la música popular cubana que recurrieron, de manera sistematizada, a los principios armónicos del impresionismo francés,
que nos habían llegado por distintas vías: Francia, Estados Unidos, México. Y es bueno recordar que esto lo hacía en pleno auge de la conga, del son y, más propiamente, de los sextetos de Ignacio Piñeiro, Matamoros, Occidente y otros muchos que estremecían La Habana, desde las nacientes emisoras de radio a inicios de la década del treinta, donde el danzón y el danzonete también ejercían su reinado.
que nos habían llegado por distintas vías: Francia, Estados Unidos, México. Y es bueno recordar que esto lo hacía en pleno auge de la conga, del son y, más propiamente, de los sextetos de Ignacio Piñeiro, Matamoros, Occidente y otros muchos que estremecían La Habana, desde las nacientes emisoras de radio a inicios de la década del treinta, donde el danzón y el danzonete también ejercían su reinado.
Quizás lo importante no fue que tuvo el valor de hacer una canción diferente, lo verdaderamente trascendente fue que con esta canción de nuevo tipo viajó y triunfó en México, Nueva York, Filadelfia, Argentina, Chile, Perú, España y hasta en China. Grabó con discográficas como RCA Victor, de México, y abrió ¿quién lo duda? las puertas a otros que se arriesgaron después con la nueva canción: la Nueva Trova y la Novísima.
Su actitud es todo un ejemplo a seguir por el estoicismo que demostró. Trazó una memoria en la cultura musical. Siendo negro y pobre en la barriada de Guanabacoa, donde gente como él estaba condenada a tocar o bailar rumba, eligió el piano y tuvo el privilegio de estrenar piezas claves de nuestra cancionística creadas por Ernesto Lecuona, entre otros compositores notables de la época. Se conoce que Rita Montaner ayudó a su fama, pero pocos saben que el famoso Israel López Cachao se hizo profesional con él, según contó en una entrevista en Madrid a Alejandro Calzadilla:"con la orquesta de Bola de Nieve fue con la primera que toqué, en el año 1927. Con él estuve tres años, tocábamos en las salas de cine que no tenían sonido".
Hoy conservo un cassette de Bola de Nieve que compramos como kit de boda (Yara y yo) en la tienda Fin de Siglo en La Habana. Tiene sus clásicos: Cara A: Drumi Mobila, Yambambó, Vito Manuel, El Botellero, Carlota tá morí, Manda conmigo papé, Drume Negrita, Babalú. Cara B: Caballero de Olmedo, Lo decembre Congelat, Be Careful its my heart, Monasterio de ST Chiara, No puedo Ser Feliz y Vete de Mi. Cada canción es la historia de mi vida en otro formato, analógico, no digital, de otro siglo, de otra vida en una isla.
Foto: El Presidente Chino Mao Tse-Tung recibe
al cantor cubano Bola de Nieve (Foto: Lu Jou-min)
1962. Revista China Reconstruye.
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ResponderEliminarExcelente tu artículo sobre "Bola de Fango" o "Bola de Trapo". ¿Tuvo Rita Montaner la culpa o el acierto hacer de dominio público el apodo? Por lo que tengo leído, actuando ambos en México fue cuando la cantante hizo que imprimieran el affiche anunciador “Rita Montaner y Bola de Nieve”. Amén al contenido de cuanto escribes, hay que ser cubano para deshilar tan costumbrista descripción. A pesar de la mortificación por estragos de la destructora diabetes, Ignacio J. Villa tendría tiempo de haber hecho sus cálculos: por algo también fue un gran matemático. Saludos cordiales.
ResponderEliminarJose Miguel Ruiz Andrade
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ResponderEliminarFidel Moreno Excelente artículo. El gran Bola, màs grande cada día que pasa. La casete de boda vuestra fue uno de los discos de mi infancia, un disco que mi padre trajo de La Habana y que en la sevilla de los ochenta sonaba de lo más exótico.
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