domingo, 20 de octubre de 2013

Encuentro con Ibrahim Ferrer en Sevilla

    Arsenio Rodríguez blogger e Ibrahim Ferrer en Sevilla, 2001.

Hoy 20 de octubre es el día de la Cultura cubana.Esa cultura está hecha por escritores, músicos, actores y artistas que no conocí en vida, otros han continuado la tarea de aquellos que iniciaron ese proceso y sí he podido conocer como Compay Segundo, Bebo Valdés e Ibrahim Ferrer. Es evidente la manipulación a la que ha sido sometida esta cultura en los últimos 50 años por el Estado  cubano llamano revolución. Gracias a ellos un grupo de profesionales casi todos integrantes de Buena Vista Social Club, quedaron apartados de su oficio por el " delito de haber bailado chachachá" como diría Guillermo Cabrera Infante con el modo de vida anterior a la "revolución". Tuve la suerte de conocer y pasar unas horas en Sevilla con Ibrahim Ferrer gracias a un concierto que daba en la ciudad, que fue mía y aún lo es en la memoria durante dos años que viví allí.
El miércoles 30 de mayo  del 2001, actuó en el monasterio de San Isidro en Sevilla, Buena Vista Social Club después de una gira que los ha llevó a 22 ciudades europeas. Yo escribí esta reseña para Encuentro en la red, que dirigía el escritor cubano, Jesús Díaz.

Este grupo de ancianos saltó a la fama, en 1997, cuando la disquera independiente World Circuit Production, de Londres, tuvo la intuición de llamar a Ry Cooder para que condujera el proyecto. Cooder estuvo guiado por el oído y los conocimientos sobre música e intérpretes cubanos del tresero y compositor Juan de Marcos González. Los protagonistas del disco han pasado de ser humildes abuelos a tocar en New York, París, Londres, Tokio y Madrid.
Sucedió lo que nadie tenía previsto: un Grammy y una película que terminaron de dar el espaldarazo comercial al team. Las entradas en Sevilla, a pesar de estar a 3 mil pesetas, se agotaron una semana antes.
Tuve la suerte de verlos en su primera actuación en el cine Chaplin de La Habana, en 1998, y los trabajadores de aquel centro, a quienes estaba dedicada la actividad por un aniversario más de esta institución, muy emocionados, sobrevivieron a los boleros de Ibrahím y Omara saliendo a bailar entre las butacas, suceso que desmiente y contradice que deban su fama a los nostálgicos exiliados y los amantes del folklore. Luego, vi su película en un cine antiguo del Barrio Latino de París. Pude vivir allí el eco y la huella que dejaban en los franceses, quienes convirtieron el disco en regalo de Navidad para el fin del siglo XX, que dejó una sonoridad y un ritmo a lo cubano en el vaivén del Sena, que aún se mantiene.
Hablar de un concierto de B.S.C. es hacer un resumen de la música cubana en el siglo XX, que recorre chachachás, boleros, sones, mambos, habaneras y guarachas. Renuncio a la frase "parece que los años no le pasan a estos ancianos". Esto es falso, los años le pasan, pero cuando los años van sobre la música se reflejan diferente. Sus pasos sobre el escenario de este antiguo monasterio son más lentos, sus movimientos más pausados, pero la lentitud no obvia su capacidad de mover exactamente lo necesario para seguir el ritmo. Omara e Ibrahím se salen de la norma: palmean, bailan y hacen delirar, con coros, al unísono con el público.
En estos cuatro años las cosas han cambiado mucho en el proyecto. En B.S.C. present Omara, 2000, su último disco, ya Ry Cooder no está y la sonoridad pasó decididamente hacia el formato jazz band, con instrumentistas notables como los ex Irakere, Javier Renato Zalba y Alfred H. Tompson, el magistral Guajiro Mirabal, los trombonistas Demetrio Muñiz y Jesús Aguaje Ramos. Llegan a estar por momentos ocho vientos que dan una potencia a los sones "¿Dónde estabas tú?" y "Candela" y los boleros "Dos gardenias" y "La sitiera" sólo comparables a los discos del Benny.
Lo interesante de las estrellas de este grupo: Omara, Ibrahím y Rubén todos con más de setenta años, es que han salido del ostracismo para ser los motores de su familia. Ibrahím Ferrer, a quien Juan de Marcos González fue a buscar para grabar en la EGREM el primer disco, en 1997, limpiaba zapatos en la esquina de su casa. No sólo ellos han mejorado, la compañía W.C.P. ha extendido su oficina de Londres a otras dos en Alemania y New York e, incluso, alquila un avión para trasladar a los músicos.
Pero estas historias, tarde o temprano, serán conocidas porque la vida les dio una segunda oportunidad. Pero muchos otros músicos, no la han tenido. Han sido obligados a retirarse, por su edad, de la profesión de su vida. El guantanamero Lilí Martínez, es un buen ejemplo, siendo, probablemente, el pianista más importante de los años cuarenta y cincuenta, autor de canciones como "Se acabaron los guapos en Yateras." En una conversación con la periodista Mayra A. Martínez, dijo: "si me preguntas cuáles son mis deseos ahora, te diría que sólo uno: volver a tocar en un conjunto. ¿Para qué? Pues para hacer el son como lo siento". Esto fue en 1983, murió siete años más tarde y sólo tenía 67 años. Es decir, más joven que Omara (70), Rubén (83) e Ibrahím que imantaron con su magia al público sevillano (más de dos mil personas) que colmó el antiguo monasterio de San Isidro.

Ibrahím Ferrer me confesó varias cosas cuando fui a la habitación de su hotel Plaza que está frente al río Guadalquivir. Que le apenaba no ver una corrida de toros en la Maestranza. Le dije que los toros esta vez serían ellos y que nadie se esperaba semejante corrida musical. Lo que realmente más me emocionó de este intérprete que la prensa llamó hasta su muerte él Nat King Colé del borero cubano, -Quien me iba a decir a mí que iba a dar todos estos viajes después de estar retirado...Yo estaba limpiando zapatos a la gente del barrio cuando Ray Cooder y Juan De Marcos González me vinieron a buscar para grabar, El cuarto de Tula....


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