domingo, 6 de diciembre de 2015

Amanecer y anocher en un barrio del siglo XIII-XVII. Vieux Nice.

Llevamos una semana en el casco antiguo de Nice, entre el mar y Castillo del siglo XIV. Pasando cada día para ir a la playa por el antiguo Senado de Nice, hecho en 1643. Si ha esto añado que estoy con mi sobrino, que vive aquí y mi hija, la fiesta vacacio-emocional es doble. 
La mención de estos siglos da una idea de un urbanismo alocado de callejuelas con encanto medievales en muchos rincones de Europa. Que son pasto de turismo feroz en muchas pueblos y ciudades. Pero todos sabemos que hay ciudades y ciudades, y muy diferentes niveles adquisitivos.
Nice, Mónaco, Saint Tropez,  Antibes y Cannes no son asequibles a muchos por sus precios.  Y ya cuando te bajas del avión, avistas  una cantidad de aviones pequeños, o sea, "privé"; y luego, me confirman que el de Nice; es el aeropuerto que más alberga vuelos privados de toda Europa, pues Mónaco no tiene. En fin, que ese nivel de alto estanding condiciona las ciudades, y su armonía de silencio.
Nice es muy tranquila, no es un turismo de mochila, sino de familias que toman muchos helados y no hay plazas con terrazas externas que no estén llenas mientras la cocina está abierta. En todos los restaurantes de calidad, es obligatoria la reserva, pues la demanda está garantizada.
Es evidente que la ciudad de esencia y cultura italo-francesa y con mucha arquitectura inglesa,  es un gusto y armonía de amarillos y rosados,  en sus inmuebles notable. Ya sea por las luces que fija los matices o la luz del sol.

Nice a veces me recuerda el amarillo albero de los edificios de Sevilla, uno de sus colores fíjos en mi memoria de ciudades.





El barrio Vieux Nice donde hemos pasado la  semana, aquí puede verse todo de techo rojos...Ante el mar y tus ojos.

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