domingo, 10 de junio de 2018

He visto una mujer que iba vestida como debías ir tu...

He visto a una mujer en el tren de cercanías  que iba vestida como debías ir tu.
Sandalias doradas con dos tiras cruzadas encima. Vestido negro. Una cartera o carpazo de verano.
Ojos azules  acabados  de estrenar por la mañana, y el pelo rubio  que dudo sea suyo,  pero le iba  bien con el vestido y el sol de 23 grados que hace por primera vez este año.
Ya te lo dije, soy frívolo. Me gusta las mujeres con libros pero que lleven  esa otra piel exacta y natural.
No sé, si me gustan las flores tatuadas en las piernas. Pero llevar un jardin en el cuerpo siempre es una metáfora del paradiso.
Soy mayor y convencional.  Y hace años me gusta los mujeres que llevan la ropa como otra forma de piel, y no como ropa simplemente para taparse. Tu eso no lo entiendes. No naciste cerca del mar. Has llegado al mar desde la montaña y no estas acostumbrada a su reflejo. Es una pena.

Me gustan mujeres. Simplemente mujeres con doble piel.
No tienen que ser de verano o primevara pero mujeres con doble piel.
Sobre todo si voy en un tren a punto de llegar a mi estación
Molins de Rei
y esa mujer me sonríe sin saber que acabo de escribir un texto que quizás nunca lea. Aunque el azar desdibuja trayectorias. Siempre.

Cuadro de Lázaro García Medina de la Expo «Identidad insular: pospintura cubana». Genial!



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