Manuel
Saumell Robredo (1818-1870) compositor y pianista. Alejo Carpentier, Premio Miguel de Cervantes de literatura también nacido en Cuba, además de musicólogo, dijo de Manuel
Saumell: "La proeza de expresarse
siempre en cubano.” Carpentier valoraba, sin dudas con sincera admiración,
el arte del gran músico cubano del que sobresalían tanto su inventiva
prodigiosa como la capacidad de no repetirse nunca a la hora de asumir los
géneros cubanos. El título de Padre del Nacionalismo Musical, que mucho le han
conferido, le llegaría post mortem, y la razón está en la profusa obra de 52
contradanzas y nueve obras entre instrumentales y para el canto.
Era hijo del
catalán Cristóbal Saumell, contratista en 1827 del alumbrado público en La
Habana, Ton y Évora cuenta en su libro Orígenes
de la Música cubana, que su padre tuvo frecuentes problemas con las
autoridades por sus actividades como luchador por la independencia de su tierra
de la monarquía española.
Samuel tenía muy claras social y creativamente las ideas
libertarias que le trasmitió su padre. Disfrutaba burlándose del poder central
español y de ahí que una de sus contradanzas, la titulada enigmáticamente: El somatén, se refería en realidad a la frase en catalán Som aten (estamos atentos, o estamos en guardia en castellano) que
era el nombre de un un órgano de prensa de los separatistas catalanes que en
aquella época llegaba clandestinamente desde Barcelona a La Habana.
En 1832 llegó
a Cuba el pianista alsaciano J. F. Edelman, que le dio clases de perfeccionamiento.
Armonía, contrapunto y fuga las aprendió con Pike, un empresario de ópera
italiana que recaló en La Habana.
Comenzó sus
primeras obras hacia los quince años. Pero compaginaba múltiples actividades. Se
casó con Concepción Arregui, de acaudalada familia habanera, lo que le permitió
dedicarse a la música, tanto interpretándola, solo o en formaciones
camerísticas, como organizándola: Fue presidente de la Sociedad Filarmónica,
fundador del Liceo Artístico y Literario, colaborador de Raffelin en la Academia
Filarmónica Cristina.
Su historia
en la música cubana es su “trascendente creación de contradanzas para piano,
que le merecieron el calificativo de padre del nacionalismo musical cubano”.
Aunque
fijadas con un estilo propio, eran versátiles: unas, destinadas al baile, otras
a su audición; los compases variaban, eran binarios, tercarios, de 6/8
(contradanza-minuetto); todas tenían un sello criollo, pero a veces se indicaba
en su “tempo”, aparte las canónicas palabras italianas, un significativo “con
sandunga”, mientras que los ritmos esbozados podrían ser el danzón, la goajira,
la habanera, o simple romanticismo de salón. Sus títulos denotan el
costumbrismo criollo, muchas dedicadas a señoritas con su nombre. El editor
Edelman y algún otro conservaron cincuenta y dos contradanzas. No dejó Saumell
de incursionar en otros terrenos musicales, instrumentales u orquestales.
Saumell falleció a los cincuenta y tres años.
En el año
1839 cuando contaba con 22 años, se propuso escribir una ópera que reflejara
una temática cubana cuya acción se desenvolviera en la Isla e intervinieran en
ella elementos característicos de la vida popular de los cubanos. Este fue un
proyecto sin precedentes en Latinoamérica pero se vio frustrado por razones sentimentales.
Era Saumell un hombre enérgico y lleno de dinamismo que desplegó durante su
existencia una gran actividad. Además de componer se presentó en distintas
ocasiones como músico en actividades y ofreció numerosos conciertos.
La adhesión
de Saumell a la tradición clásica queda demostrada aún más en la primera parte
de Los chismes de Guanabacoa, con su
minuet, o en la primera parte de La
dengosa, con su canon. poco importa cuán clásico sea el sonido de la
primera parte, la segunda parte de una contradanza de Saumell aporta
invariablemente el rasgo criollo que ha hecho célebre al compositor quien lo
logra no sólo mediante el empleo de las figuras rítmicas básicas que desde
entonces han sido características de la música cubana y de la danza (habanera, tresillo, cinquillo ), sino
también mediante la amplia variedad de sutileza de las combinaciones rítmicas
que exigen habilidad por parte del intérprete.
ESTE TEXTO FORMA PARTE DE MI LIBRO CUBA i CATALUNYA INFLUENCIAS MUTUAS.
ESTE TEXTO FORMA PARTE DE MI LIBRO CUBA i CATALUNYA INFLUENCIAS MUTUAS.
Texto de dedicado a Maria Lilia Cano Raya, pianista cubana residente en barcelona que en cada concierto evoca las Danzas y Contradanzas cubanas donde nunca falta Saumell
Contradanzas
- Ayes del alma
- Dice que no
- El abrazo
- El aplauso
- El bazar
- El cataclismo
- El disimulo
- El huracán
- El jigote de Trinita
- El pañuelo de Pepa
- El somatén
- La a’mitié
- La asesora
- Las bodas
- La Caridad
- La Celestina
- La cuelga
- La dengosa
- La elegante
- La Fénix
- La Gassier
- La gota de agua
- La Josefina
- La linda
- La María
- La Matilde
- La nené
- La niña bonita
- La paila
- La pendencia
- La piñata habanera
- Las quejas
- La quejosita
- La Siempreviva
- La suavecita
- La Tedezco
- La Territorial
- La veleta
- La virtuosa
- La Yrenita
- Lamentos de amor
- Los chismes de Guanabacoa
- Los ojos de Pepa
- Luisiana
- ¿Pero por qué?
- Recuerdos tristes
- Saludo a Cuba
- Soledad
- Sopla que quema
- Suelta el cuero
- ¡¡Toma, Tomás!!
- Tu sonrisa