Guillermo Cabrera Infante con su literatura se encargó de que Freddy no muriera; el cineasta español Pedro Almodóvar, por su parte asumió recuperar la voz de La Lupe para sus películas en los noventa. Ambas habían abandonado la isla antes de morir, una a Puerto Rico, Freddy; la otra a Nueva York. Hoy por suerte vuelven a brillar por sí mismas. En las dos se cumple que la generación nacida en Cuba de 1961-2001 no tuvo la oportunidad de escucharlas en ninguna emisora de radio local ni nacional a pesar de ser cubanas.
Ellas, responde al título de un CD que incluye las
primeras huellas sonoras en discos que
hicieron en La Habana, Guadalupe
Victoria Yoli Raymond, alias La Lupe en
1959, y Fredesvinda García Herrera, alias Freddy, en 1960. Grabaciones que han sido durante años piezas museables en
vinilo de coleccionistas osados de
música cubana, ya que en cuarenta años
de revolución, nunca se volvieron a
editar en Cuba estas piezas clásicas ya, de la música cubana de los años
cincuenta y sesenta. Material que representaran en la obra de cada una de estas
grandes cantantes, historias muy diferentes, pero muy necesarias. Freddy grabó estas canciones como artista
exclusiva de los discos Puchito bajo el título homónimo de “Freddy”. Mientras
que la Lupe lo hizo con Discuba con el título “Con el Diablo en el Cuerpo”. El
CD remasterizado por Virgin en su colección Yerba Buena 2000,
contienen 20 cortes, correspondiente de diez temas de cada una.
Las grabaciones fueron
realizadas en La Habana, a donde habían llegado años antes las dos cantantes:
La Lupe, de Santiago de Cuba, y Freddy
de un pueblo de Camagüey. Los dos tienen gran influencia del jazz y el swing de
la época. Ambas han sido recuperadas o mantenidas en medios ajenos
al canto.
Mientras
que las diez primeras piezas corresponden a la Lupe donde se advierte una calidad vocal impactante, pero en proceso
de búsqueda de un estilo, y se nota que
detrás de este proyecto hay una voz y una expresividad que comienza; el disco
de Freddy, que ocupa la segunda parte del CD, es un disco cerrado en sí mismo.
Esto
no quiere decir que no haya en la grabación
de la Lupe obras destacables. La
pieza “Con el diablo en el Cuerpo”, define bastante su personalidad, e incluso
proyecta elementos de su carrera futura
que irá consolidando en otras grabaciones. Ella era, precisamente, un diablo en
escena, capaz de tirarse contra las paredes del club la Red donde actuaba,
entre otras anécdotas que han trascendido de esos años. Otra característica que la define es la carga erótica descarada y genial que
despliega en esta canción citada, y en
otras como; “Es una bomba”; “Fiebre”, en
una versión completamente en español, luego la volvió a grabar con partes en
inglés. Erotismo que acentúa, con suspiros y
lamentos que imitan estados de placer orgiásticos muy poco habituales en
cantantes contemporáneas. No obstante estos elementos a favor, tienes otros en
contra. Los arreglos no presentan los mismos niveles de calidad, aunque ella
intente salvarlos con su expresividad natural. Es de destacar también que la
Lupe tienen el mérito, y estas grabaciones son la prueba, de ser una de las
primeras cantantes que intenta cubanizar el rock y el ritmy and blues que luego
sería el pop que ha llegado a nuestros días tanto en inglés como en español. A pesar de esto las grabaciones de la Lupe no
pasaron inarvertidas para el pueblo y alcanzó una popularidad notable. No es
casual que la RCA le otorgara disco de Oro por esa placa en 1960 junto a Pacho y Benny Moré.
El
CD a partir del corte 11 hasta el 20
pertenece a Freddy. No sé pero cada vez que lo escucho presiento que todos
sabían que un año después, julio de 1961,
moriría. Pues es un disco que tiene las canciones exactas, los arreglos
medidos, la contención en la voz perfecta, un disco que está hecho para un lucimiento en
la voz y la consolidación estilo único,
como si la vida toda cómplice
supiera que este iba a ser el único que grabaría. Contrario al de la Lupe, todo
este disco está cantado en tiempo de boleros con elementos de filín, tan fijado ya en esta época en el pueblo cubano por otros cantantes como Elena Burke o Benny
Moré por solo citar dos ejemplos.
Ahora
dentro del disco hay más que canciones alumbramientos al oído. Su versión de “Bésame Mucho”, de Consuelo Vázquez; “Debí
Llorar” de Piloto y Vera; “Tengo” de Martha Valdés, con un acompañamiento de
órgano excelente; “El Hombre que yo Amé”, de Gerhwin, que por cierto Omara Portuondo
retoma en su disco con Buena Vista Social Club del 2000 y no supera; y sobre todo “Freddy” de Ela O´Farril, junto
a “La Cita” de Gabriel Ruiz, son
inolvidables, porque la voz de Fredy trasmite una serenidad insuperable, su
gravedad sirve para matizar esos
boleros, abriendo un discurso sonoro revelador dentro de esos años, que no ha
sido superado por otra cantante, aunque la mayoría de sus coetáneas la
sobrevivieron.
Es
un verdadero acierto haber logrado unir en un mismo CD, ha estas dos cantantes,
pues una complementa a la otra sin violentar el discurso musical. Juntas
reflejan el brillo y el clímax a que
llegó el bolero cubanos de esos años y
su transformación con las diferentes tendencias musicales que lo fueron
contaminando.