Puigdemont quiere salirse de España con su amada Catalunya, pero su deseo es con mucha evidencia una hazaña màs Quijotezca que real, salida de la invención prodigiosa de Cervantes, quien vivió en Barcelona e hizo de esta una gran promoción en su Don Quijote.
Francisco Ayala definió al Quijote de una manera que hoy reúne muchos de los valores que Puigdemont utiliza para defenderse.
«culto a la verdad, sentimiento del honor fundamentado en el proceder sin tacha, resignación en la desgracia, desprecio de la riqueza y sobre todo de las comodidades y regalos de la vida, profesión del sacrificio y del espíritu de servicio, sentido de la dignidad y de la responsabilidad propia, respeto y defensa de los desvalidos, ejercicio de autoridad y administración de justicia sobre las clases inferiores y desconocimiento del orden social sostenido en el poder abstracto del Estado».
Puigdemont alega que él declaró la DIU por no defraudar el poble de Catalunya que así lo avaló en el Referendum del 1-O.
Se resigna en su "exilio" a las riquezas materiales y a su casa y "sueldo" vitalicio de la Generalitat, por no acatar el art. 155 del Estado Español. Y no reconoce el poder del Gobierno Español sobre su cesé como President de la Generalitat.
Por cierto, fue Mariano Rajoy quien el 20 de abril del 2016, le regaló a Puigdemont un ejemplar fàcsimil de la 2da Parte del Quijote que se desarrolla en Barcelona. Libro que tuve la suerte de reseñar para la editorial Linkgua donde publicamos todos los capítulos en un solo texto.
El Quijote vio el Mar por primera vez en Barcelona. Se bajó de Rocinante, bailó en el Gótico Barcelonés y vio como imprimían su propio libro.
¿Es culpable Puigdemont de buscar semejanzas con un mito de la cultura española para irse de España, o es nuestro ADN?
Puigdemont en su refugio en Bruselas. Actúa y algunos quieren definirlo como el delirio de un Quijote enloquecido. Lo cierto. Es que sigue subiendo en las encuestas como presidenciable. Su partido ya se ha duplicado en expectativas de voto y es de quien más se fían los catalanes. A pesar de la burla hacia su 'extraña figura.'