Ese hombre era Yves Klein, a quien el crítico de arte Peter Schjeldahl de la revista estadounidense New Yorker describió en 2010 como "el último artista francés de gran impacto internacional".
Yo conocí a fondo el arte y el azul Klein, precisamente en un museo de Niza este último verano. Y en primera instancia me pareció que Klein tomaba prestado ese azul, más que al cielo, a Henry Matisse que mucho antes que él pasó por Nice y su cielo y lo llevó a sus lienzos.. Tras seguir sus pasos y su obra, creo que dio un paso más adelante que Matisse en el tratamiento de ese poderoso azul, que en mí es el mar profundo y caribeño de mi exilio. Klein encontró la forma vidual que Rubén Dario buscó en versos con su libro "Azul."
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo. "
Ruben Dario
Lo hizo gracias a su compromiso con el poder espiritualmente edificante del color: dorado, rosa, pero sobre todo azul. De hecho, su devoción cromática era tan profunda que en 1960 patentó un color de su invención, que llamó International Klein Blue (azul Klein internacional, en español).
La obra de Klein se mueve en torno a conceptos influenciados por la filosofía zen, que él mismo describe como "le Vide", "the Void" en inglés (el vacío). El "le vide" de Klein es una especie de nirvana que es "mudo" o posee pocas influencias de las palabras; se trata de una zona neutral donde uno mismo está inspirado a prestar atención sólo a sus propias sensibilidades, y queda expuesto a la "realidad" como oposición de la "representación". Klein presenta su obra en formas que son reconocidas como arte ―pinturas, un libro, una composición musical― pero se encarga de eliminar el contenido de tal forma que se pueda realizar: cuadros sin pintura, libros sin palabras, composiciones musicales sin música, permaneciendo tan sólo la cáscara, tal y como si estuviera allí el arte. De esta forma Klein intentó crear para la audiencia sus "Zonas de Sensibilidad Pictórica e Inmaterial". De esta forma evitaba representar los objetos de una forma subjetiva o artística. Klein deseaba que sus obras se representaran por la huella que habían dejado: la imagen de su ausencia. El trabajo de Klein tiene referencias fuertes a los contextos teóricos/arte-históricos así como a la filosofía/metafísica, y su trabajo de alguna forma ayudó a combinar todos ellos. El intento fue claro: empujó a la audiencia y al público en general a experimentar un estado donde una idea pudiera simultáneamente ser "sentida" así como "comprendida".