Una de las suertes que tiene escribir, es abrir cierta luz en el camino de obras que hacen otros, ya sea en forma literaria, musical, fotográfica o en forma de vida. En los últimos diez años viviendo en Europa, he podido escribir una introducción del Quijote en Barcelona, para la editorial Linkgua o recientemente, un texto, traducido al francés, para un catálogo de fotos de Sarah Caron. Hace unos días, me tocó presentar la novela: Me quedo con la cabra, de Félix Rueda en el barrio donde nació, Poble Nou, un gusto innombrable, quizás porque corona una amistad de diez años de charlas literarias.
El argumento de esta novela trata sobre un economista, Martí, quien luego de alcanzar cierto éxito material y social en una empresa extranjera (The Trust Economy, una empresa americana de asesoría inversora y análisis económico) que se instala
en la ciudad de Barcelona, en los inicios de la democracia española, decide marcharse al campo y convertirse en pagès (campesino), carpintero y escritor. Se compra una masía en l´Empordà, justo en el macizo de Albera, en los Pirineos Orientales. Se marcha, según sus palabras, porque "estaba en la cima, pero también, al borde del abismo."
Su autor, Félix Rueda (doctor en biología y ha dedicado su vida a la investigación biomédica en paralelo a la literatura) nos cuenta una historia de exorcismo personal, donde el personaje intenta hallar la pureza de sus ideales nacidos en la adolescencia y la universidad en un entorno idílico a nivel geográfico (la masía) pero su cuerpo ha pasado por una experiencia de vida, trae deformaciones y una historia personal de urbanita de éxitos y deseos. Su comportamiento en el campo no llega a ser el de un monje.
Desde su exilio personal, parecido a todos los exilios, intenta sublimar su vida anterior para que no interfiera demasiado en su presente.
La novela comienza en Puig de la Llosa, a 2509 metros sobre el nivel del mar, y desciende durante los 24 capítulos, hasta su más tierna infancia, en las calles de Poble Nou, en la Barcelona de los años 50...
Cito:
Editorial Atlantis, Madrid., 2012 |
Difícil, según mi criterio, encontrar mejor definición del franquismo. A través de la metáfora del miedo. Si unimos este párrafo con otro... En la misma pagina:
"estaban rodeados de las porquerías de las industrias textiles y el metal, y aislados de la Barcelona imaginaria, por las vías del ferrocarril, por el mar inalcanzable y por los campos marginales del suburbio"
Esta visión de la infancia coincide plenamente con el concepto de mal y miedo que los gobiernos totalitarios imponen, según Zygmunt Bauman:
"Mal y miedo son gemelos siameses.Es imposible encontrarse con uno sin encontrarse al mismo tiempo con el otro. Quizás sean, incluso, dos nombres