Hay ciudades donde el sol tiene un protagonismo esencial. Sin duda Barcelona es una de ellas. La anchura del Eixample barcelonés fue diseñada precisamente para recibir el sol en el alba y en el atardecer.
El otoño invierno en esta ciudad diría que duele. Juraría que el silencio es aún más cómplice y el rostro de casi todos los que se cruzan por tu lado, es más duro. Menos sensible.