-"¡Deja eso ahí que era de mi abuelo!" Esta frase fue la primera que le escuché a Canek Sánchez Guevara, la primera vez que fui a su casa en calle Línea, un rascacielos del Vedado donde vivía con su madre Hilda, la hija mayor del Che, era finales de los años ochenta. Él estaba exactamente como la foto que ilustra este post.
Él se refería a que yo tenía en la mano la vasija de mate que usó el Che en la Sierra Maestra, y la ví encima de un mesa y la estaba mirando en mi mano mientras él salia hablar un rato con nosotros. Era muy joven y ya era productor de grupos de rock y heavy metal habaneros, aun no escribía. Allí fui con Radamés Molina Montes a visitar a Hilda y su hijo que eran amigos de él. De esa frase que me dijo publiqué una crónica en la revista Alma Matera, en La Habana, donde de construía el mito del Che daba una visión familiar de él.
Pasaron los años y cambio el siglo, Hilda murió en 1995, y todos nos fuimos de Cuba. Estando trabajando en la editorial Linkgua en Barcelona que Radamés montó y aun tiene, un día que llegué me encuentro a Canek Sanchéz Guevara hecho un hombre y con pinta de letrado ante un ordenador escribiendo notas para el "Diario de Campaña" que su abuelo, el Che, había escrito en Bolivia y que Radamés quería publicar como edición crítica con muchas anotaciones bien contrastadas. Hecho que terminó ocurriendo en 2007. Allí le recordé de nuestro encuentro y entre vinos, pitillos y alcohol nos narramos la trayectoria vital, ambos habíamos pasado por París un tiempo y nos dedicábamos a esto de la literatura. Canek estuvo un tiempo entre Barcelona y Francia y nos vimos bastante.
Hoy cuando me enteré de la noticia le escribí a Radamés en Miami, pues sabía lo afectado que debía estar. Hablamos un rato de los injusta que es la vida. Canek Murió por una complicion cardiovascular en Méjico con solo 40 años. No sólo Rado está afectado Sabina Ordoqui que también lo conoció aquí en el entorno Linkgua se quedó afectada cuando hablamos por teléfono.
Al menos tenemos una edición crítica del Diario de Bolivia muy interesante.
Esta edición comentada del Diario de Bolivia, a cargo de su nieto Canek y Radames, contiene nuevas reflexiones sobre la última etapa de la vida del Che y aclara al máximo, las identidades de los implicados en su guerrilla y las situaciones que provocaron aquellos acontecimientos. Tiene cerca de 400 notas al pie con abundante información histórica, fragmentos de los diarios de otros guerrilleros, declaraciones de ex agentes de la CIA y de las fuerzas armadas bolivianas y un mapa que resume la ruta del Che en Bolivia.
Este breve homenaje a Canek, lo culminó con la entrevista que publicó El País, en España, cuando salió el libro donde queda claro su posición política con respecto a su "abuelo." La entrevista a Canek salió el 16 de diciembre 2007. Por Carles Geli.
ENTREVISTA.
Por su envergadura (alto, algo encorvado, corpulento), parece más pariente de Fidel Castro, pero la larga perilla rizada y su discurso le devuelve a su abuelo, Che Guevara. Hijo de Hilda, primogénita del comandante, Canek Sánchez Guevara (La Habana, 1974), acaba de editar, junto a Radamés Molina, Diario de Bolivia (Linkgua), anotaciones del revolucionario en su última batalla. La edición cuenta con 400 notas, de una objetividad casi contranatura. "No puedo hablar del Che como mi abuelito; mi madre tenía 10 años cuando murió; hay que encontrar siempre la distancia real", afirma desde Barcelona, ciudad que alterna con Francia como residencia y donde hace de editor. El gen intelectual del abuelo es, adaptado a los tiempos, más notorio de lo que parece.
Pregunta. ¿Qué idea quedó en su madre sobre el episodio de Bolivia?
Respuesta. De entrada, la de la muerte del padre, en cualquier sitio o circunstancia que fuese. En otro estadio, no puedo hablar por mi familia, pero creo que se valora como el triste resultado de una decisión apresurada.
P. ¿Y las causas? ¿Una traición de Fidel, un Che desengañado que optó por una acción suicida o una chapuza militar?
R. Incidieron los tres factores, con el protagonismo de Fidel: la obsesión del Che era la revolución, el ideal; la de Fidel, el poder, el pragmatismo; en algún momento tenía que haber un choque. Es evidente que había celos profesionales.
P. En Occidente se revisa ahora la figura de su abuelo, casi acusándole de ser el culpable del surgimiento de las dictaduras en América Latina.
R. Es un giro coperniquiano ridículo: se hace bajar al Che del altar del bien para llevarlo al del mal. Cierto que, a pesar del fracaso, con su postura dio el banderazo de salida de los grupos armados en América Latina, pero nadie les obligó a seguir ese camino. Ningún hombre es absolutamente bueno o malo, claro... El problema está en el mismo término: revisionismo. El revisionismo del Holocausto es la negación de las masacres; algo similar está sucediendo con el del Che. Es un error historiográfico analizar según qué con los parámetros de hoy; uno de los mitos de la posmodernidad es que la imparcialidad no existe; viendo cómo están las democracias actuales, no es de extrañar que se vean como extremismos cosas que antes eran naturalmente asumidas por la izquierda.
P. En parte de Oriente pasa al revés: Bin Laden es equiparado al Che.
R. Como en todo icono, al volverse símbolo pierde parte de su esencia, de su ser real y sólo quedan ciertos valores más o menos universales que pueden ser utilizados en cualquier contexto. Y eso es válido para iluminados, desde Bin Laden a Hugo Chávez.
P. Usted se marchó de Cuba en 1996 y no ha vuelto.
R. En los noventa Cuba estaba muy mal y a ese estado general se unió una crisis personal y laboral, una imposibilidad para hacer mi vida; siempre me moví en ámbitos contraculturales y ya se sabe en tiempos de crisis: primero, comer y luego, la poesía.
P. ¿Actuaba en una banda de heavy con una camiseta con la bandera americana?
R. No, pero sí es cierto que lo hacía con un billete de un dólar pegado en la guitarra... Era una broma personal. El rock estaba ya despenalizado, pero nunca fue legalizado del todo, siempre había un policía jodiendo.
P. Hace tres años atacó duramente a Fidel. ¿En qué ha traicionado la revolución?
R. La primera traición es que no se quería hacer tanto una revolución como recuperar la Constitución de 1940 y llegar a unas elecciones. Luego el proceso revolucionario se radicalizó, pero la propiedad privada pasó toda al Estado, que se convirtió en el nuevo patrón: los ciudadanos trabajan para el Estado, cobran del Estado y acaban gastando en el Estado; es el sueño de todo oligarca.
P. Sus críticas pueden servir a los grandes enemigos de la revolución cubana.
R. El acriticismo militante ha sido nefasto para la izquierda: sin ser crítico no se puede ir a ningún lado, se estanca y se reproduce lo peor; para mí, ser de izquierdas no significa estar en contra de la derecha, sino del poder, sea quien sea quien lo ejerza. Me costó mucho distanciarme de todo lo aprendido en Cuba... Quizá se acabó la lucha armada revolucionaria, pero no la lucha como tal.
P. ¿Existen canales para ello en las sociedades actuales?
R. Si no los hay, debemos crearlos. Existen organizaciones sociales, ONG y otras de carácter cívico-personales, como los colectivos lésbico-gays, o los antimilitaristas, que no aspiran al poder, pero que con su presión acaban forzando leyes.
P. ¿La lucha armada está ya descartada como vía?
R. Por ahora, sí. Por siempre sólo está la muerte. Hoy no forma parte de las obsesiones sociales.
P. ¿Qué siente cuando ve el merchandising sobre su abuelo?
R. Soy un iconoclasta, pero siempre impresiona ver que un hombre que eligió el capitalismo para ponérselo al frente como enemigo haya acabado así.
P. ¿Algún objeto especialmente hiriente?
R. Mi único choque visceral es con una camiseta con un rostro con la mitad de la cara de Jesucristo y la otra, la del Che. Soy ateo y esas santificaciones...