1. Cap. LX. Aquí ve el mar por primera vez “hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto”. De los barcos, Sancho impactado dice “no podía imaginar cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían”
2. Cap LXI. Se adentra en la vida urbana de Barcelona de principios del siglo XVII, y descubre personajes, rincones y lugares, poniendo así a esta ciudad intramuros en la geografía universal en más de cien lenguas a las que ha sido traducida en los siglos posteriores. Si tenemos en cuenta que él comenzó la novela no queriendo acordarse de un lugar de la Mancha y, en cambio, se regodea con el Mediterráneo. Incluso, la música de chirimías que los persigue desde su entrada, lo lleva una noche a bailar hasta caerse en un “sarao” con dos damas de “gusto pícaro y burlonas”, que lo tientan de tal manera que tiene que evocar a Dulcinea del Toboso, para no perderse.
3. Cap LXII. Descubre una imprenta en su paseo, y ve impreso el libro apócrifo sobre sí mismo