foto de Fidel Moreno en La Habana 1994. |
El 29 de noviembre del 2019, hará 20 años que dejé Cuba, ya hizo 15 años que tengo nacionalidad española y no he vuelto a mi país. Lo último, no lo digo con orgullo, sencillamente, son los hechos.
El día que me fui a las siete de la tarde, hora en que escribo este post, por la mañana había ido a buscar -desde Villegas 7, en La Habana Vieja-, el pan racionado a una panadería en la calle O'Reilly que se llama: La Catalana . A ños después busco el pan con mi hija, precisamente, una catalana nacida en Barcelona a menos de kilómetro de La Sagrada Familia de Gaudí, con quien juego y cantó en catalán, las canciones que le enseñan en el cole.
Para ella, nas, en catalán, es su nariz, y nariz, en castellano, es mi nariz. O sea, mi niña bilingüe, me asombra cuando voy a recogerla y está hablando con sus profes en su lengua, o sea, aprende en dos lenguas, similar a como yo tengo una historia anterior al llegar a Europa, y otra que he trazado aquí con la carga de aquella experiencia; parodiando al poeta de Miami, soy un guión entre dos palabras Cubano-Exiliado.
Una amiga, por mis 15 años fuera, me invitó a una comida en un restaurante que mira al Mediterráneo como la nostalgia, y yo tuve la ilusión de creer que era el mismo mar que dejé en aquella isla, pero no hablé de esto en toda la tarde.
Recordaba intensamente cuando cambié 27 grados Celsius de La Habana, por los 4 grados de París.
Mi primera noche en esa ciudad, caminé casi seis kilómetros por el Sena hasta desfallecer, luego creí que había parado de andar hacia adelante buscando un pasado, y era falso, aún camino buscando, a través de las palabras, una verdad que sea patria verdadera...
Recordaba intensamente cuando cambié 27 grados Celsius de La Habana, por los 4 grados de París.
Mi primera noche en esa ciudad, caminé casi seis kilómetros por el Sena hasta desfallecer, luego creí que había parado de andar hacia adelante buscando un pasado, y era falso, aún camino buscando, a través de las palabras, una verdad que sea patria verdadera...
No soy yo, es el tiempo el que a veces pasa con un sable y una vela relativamente. Quizás como la metáfora de los relojes de Salvador Dalí, evocando a Einstein.
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Ilustración: fotomontaje de mis pasaportes cubano y español con una foto que me hizo Fidel Moreno en la Habana, 1994- Este texto lo publiqué por primera vez con solo 15 años aquí. Hoy solo actualicé fechas.