foto Arkolano |
Una chica lleva tatuada alas azules en su espalda lisa y firme de veinte años. Las plumas están recogidas mientras describe gesticulando un concierto de The Rolling Stones en el Palau Sant Jordi, donde también estuvimos, y pude ver a Mick Jagger cantar Angie exclusivamente para Yara, quien estaba sobre mis hombros, luego de salirle una lengua mecánica-metálica al escenario que casi se puso delante de nosotros que estábamos en el centro del estadio.
La chica o el ángel con alas, sabe el poder que genera al hablar catalán y castellano indistintamente con dos amigas, ante gentes en el vagón de metro que no dominan su lengua como ella sus alas. El asombro por su bilingüismo lo convierte en magia de un coqueteo que le termina dar forma a su cuerpo que se pone reverso cuando descubro un ojo egipcio tatuado en su cuello del que cae una lágrima.
Vamos en la misma dirección después de bajarnos en la estación de metro Liceo, línea verde, en plena Ramblas. Las alas comienzan a abrirse, o sus brazos, luego los baja después que se despide de sus amigas.
Su risa anterior mientras contaba anécdotas demuestra que va pasada de alcohol.
Pasamos por la Plaza del Pi, (del Pino, en castellano) está desierta, yo voy detrás, ella, de repente, mira a todas partes como quien piensa que la van siguiendo y, sin que dé tiempo a reaccionar, se baja el pantalón y el tanga rojo, como si se quitara la piel, detrás de unos tanques plásticos para reciclaje de basura, y comienza a orinar con fuerza. Varias personas alrededor, entre ellos yo, hacemos todo el esfuerzo por mirar lo menos posible, pero es falso.
Cuando toma conciencia de que varias personas la miran, se rió, como quien pasa de todo, y de todos.
A mí se me quedó grababa la imagen de los All Star rojos salpicados de orina junto al tanga rojo tocando el suelo y un culo liso y firme de veinte años muy blanco, casi transparente, lejos del sol. Ese día escribí: el tanga es una invitación, sus efectos solo son notables cuando se está bajo esa piel, húmeda... No era la primera vez, que algo así me sucedía, también hace años en el malecón habanero, anoté para un libro erótico inédito:
Su boca es del mismo tamaño que su cavidad inferior. Sus labios son del mismo tamaño que sus labios mayores. La distracción de la lengua es infinita. Sabe que puede entrar en el paraíso.