Ahora donde realmente adquiere un protagónico único es en la camiseta sin mangas y en el diseño de su propia piel. Lleva flores en los brazos en forma de tatuaje, unos velados como la Paret del local, y otros en la parte posterior del brazo que sólo se ve si le pido que alce los brazos para mí.
No lo hago, cuando escribo de un local que me gusta, no voy más allá del ritmo que me genera el post, y esta mujer -hoy perfecta- es un pretexto notable. Mi debilidad por las mujeres lectoras es conocida. Más que debilidad siento abismos. La literatura es mi forma de vida.
La portada del libro que lee ( literatura infantil en ingles) tiene el mismo color que los zapatos que lleva, rojos; que hilan con las flores del pañuelo en la cabeza. Un poeta que conozco muy bien diría: "toda ella es un tejido exterior"
Confieso que no sé exactamente qué es el buen gusto. No soy esteta, pero tengo ojos.
El lector no sabe que hablamos un segundo sobre la silla y el texto que está escrito en ella, según Maria Montero, dueña del local, lo puso una restauradora que reparó esta silla de flamenco y le escribió...
"Antes sentía el flamenco, ahora sabor a café"
El local acompaña el vestir y sentir de la lectora. Va en la dirección de su estilo de vida. Es la extensión de una casa. Yo estoy en casa desde que llegué y comencé a escribir cuando he visto que "mi lectora Argentina" -juraría porteña por el acento, me desmentirá cuando lea el texto- también estaba en su casa...
Desde que me habló la lectora estoy pensado en "Corazón de Tiza", de Seru Giran... Termino el post y se lo lee, nos empezamos a reír cuando me dice se llama: Cecilia, una canción de conflicto entre Fito y Sabina... advierto que la intuición me mantiene vivo como la escritura.
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