Nací muy cerca de uno de los cementerios más importantes de América, Necrópolis de Colón, en La Habana. Quizás por eso, desde pequeño jugar entre las tumbas era algo natural para todos los del barrio. Después crecí y enamorarme y besar en este espacio era también un acto natural, esto sin olvidar que estando en el centro de la ciudad es un lugar de tránsito habitual para todos.
Después que salí de Cuba, hace más de una década, cada vez que visito una ciudad, tengo por costumbre -si tengo tiempo- de ver los ilustres que allí se guardan. Como he ido varias veces a París, el Père Lachaise y el Montparnasse, han sido habituales, pero también iglesias o Monasterios, en Lisboa, vi a Fernando Pessoa en uno. Hoy agrupo varios en este post donde he tendido una experiencia singular ante un buen escritor en silencio bajo el mármol.