que suman unos mil trescientos pasos para tener este cuerpo en forma de ánimo y ánima.
Miro el tiempo primaveral y veo que está el cielo gris y llueve, muy cerca está nevando
y hasta me gusta que no haya sol para justificar mejor el silencio de no saltar por el balcón.
Las canciones de la lista que elijo son las mismas con las que llevaba a mi hija al cole
y ya llevo quince días sin verla
y sí cada día mueren personas mayores y ancianos por la pandemia
y su dolor es terrible porque su duelo de despedida es virtual y en silencio
pues volver a ver el cuerpo muerto está prohibido porque está contaminado
además de amor y buenos recuerdos/ de virus
Ellos solo reciben las cenizas de ese recuerdo
la huella de sus recuerdos solo serán cenizas/ será cenizas.
Ahora nadie ha medido el dolor de los padres separados
que tenemos que conformarnos con ver a nuestras niñas por facetime.
Nadie ha medido el dolor cuando tienes que saltar la canción que cantabas
con ella en el coche yendo al cole
El dolor que en medio de esta pandemia se considera menor o leve
y es preferible callar por respeto a ese dolor de la muerte
un duelo leve que debemos llevar en silencio por contexto,
esa palabra que García Márquez juró no usar nunca en literatura.
Algunos poetas por suerte estamos condenados a romper el silencio
cómplice que mide la caricia del dolor de no ver a ese trozo de carne que es luz
y lo siento por los que han perdido el cuerpo de sus seres para la muerte.
Pero, ¿el tiempo que he perdido de las caricias y los cantos de mi hija
también no está muerto?
Foto de cuando se estaba construyendo el muro de Berlín,
familiares que habían quedado atrapados en Berlín este enseñaban
niños a sus tíos y abuelos del otro lado del muro