...Y pasó. Ayer debía estar muy triste como poeta. Hizo 20 años que salí de Cuba, con el atenuante de no haber vuelto nunca.
El tópico marcaba poner a Gardel y sus " 20 años no es nada," que es falso como una casa, pues 11 de ellos, de mis 20 sin volver, los llevo con una hija que es mi corazón fuera del cuerpo. Además, Gardel nunca me gustó, soy del Roberto "El Polaco" Goyeneche a muerte en cuestión de tangos, y he terminado escuchando a Bola de Nieve y sus "Pobrecitos mis recuerdos."
Seguro vendrán otros días de otoño invierno europeo de estar triste, ayer no. Pues al comentárselo a Maya me dijo, ¡Pápa! es día de estar feliz,¡¡¡ Felicidades!!!!. Y si una hija te dice que estés feliz, es una orden irrechazable aunque estés pensando todo el día en ese avión de Air France que salió del aeropuerto José Martí en Rancho Boyeros con 27 grados celsios sobre Cero y aterrizó en Orly, París con -4 grados bajo Cero y nevando, un 29 de noviembre de 1999, donde ví esa misma noche -lo imaginado y lo soñado- Tour Eiffel, el Sena, El Barrio Latino de Julio Cortázar y su novela "Rayuela," los puentes de París, el franco francés y no existía ni el Euro ni los móviles ni los patinetes electrónicos..
Atrás quedaba La Habana donde yo pensaba caía la tarde y en realidad "moría la tarde" y todo lo que me llevó a ser lo que soy...
Y pasó el ayer... Entre dos pieles que me sostienen juntas y me fue imposible estar triste.