85 kilómetros de Luz en Barcelona...
Ver las luces con mi niña de luz es una suerte de felicidad navideña que tengo
que hacer pública. Sabiendo
que es un derroche que no siempre me ha hecho feliz los primeros años de vivir en Europa donde la soledad es otra forma de vida en la piel a la que un exiliado tiene que adaptarse.
Sé que quizás a algunos que no vivan en ciudades donde la luz navideña y la pública sean esta fiesta a la vista esto no les va, ok.
Justo cuando regresamos a casa mi niña quiso comprar su árbol y poner las luces en casa.
Antes de subir con un árbol blanco, en la entrada de nuestro edificio estaban cuatro tomos de "Las Mil y una noche" forrados en cuero muy bien conservado e impresos en Avellaneda, Argentina, una semana después de que yo escribí un post de amor a ese país y su cultura.
Quien haya sido, Gracias. Está en buenas manos a pesar de adorar y publicar libros digitales en este siglo XXI.