Sobrecoge ver este cartel en la playa de Miami Beach donde se advierte, entre otras prohibiciones habituales en playas del Mediterráneo, que el uso de armas de fuego no está permitido. Los aires y el clima, el ambiente tranquilo y familiar del barrio, no hacen pensar que entre tantas personas con niños, algunos puedan portar un arma letal debajo de sus camisetas.
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lunes, 14 de noviembre de 2011
De Miami Beach a Hollywood Florida
El canal 23 de Miami da las noticias en castellano, su open trata de que maybe Obama ganaría el voto hispano contra todos los precandidatos que se presentan por el Partido Republicano a las próximas elecciones, en 2012. De Europa destacan la caída de Berlusconi.
Anyway, desayunamos en una cafetería de Miami Beach, Buenos Aires, Bakery & Café, que refleja bien la comunidad argentina de este barrio. Varias mesas estaban ocupadas por argentinos que hablaban de partidos de futbol de su país con la locuacidad habitual y sus acentos. Luego tocamos el mar antes de ir a Hollywood, Florida, a casa de Grisel.
Ahora estoy con los pies metidos en la piscina de Griso y Ivory, su gata, acaba de arañar a Maya en un hombro. Yo recuerdo con la banda sonora del llanto de mi hija, las veces que he visto esta casa en fotos con amigos que han pasado por aquí, y han cruzado las calles de este barrio con nombres de los presidentes de los Estados Unidos. Tras el stop del llanto, llega un silencio que sobrecoge y me recuerda a Concha, madre de Grisel, quien desde joven quiso venir a vivir acá, y no pudo lograrlo hasta pasados los sesenta pero murió prematuramente, no llevaba un año de este lado, reunida con su hija. Es un privilegio poder desear, y que los deseos se cumplan.
Siento su risa cálida y cercana, feliz por conocer a Maya. Con su recuerdo, partimos, al primer party familiar: comida en casa de la tía Mamilla.
Anyway, desayunamos en una cafetería de Miami Beach, Buenos Aires, Bakery & Café, que refleja bien la comunidad argentina de este barrio. Varias mesas estaban ocupadas por argentinos que hablaban de partidos de futbol de su país con la locuacidad habitual y sus acentos. Luego tocamos el mar antes de ir a Hollywood, Florida, a casa de Grisel.
Ahora estoy con los pies metidos en la piscina de Griso y Ivory, su gata, acaba de arañar a Maya en un hombro. Yo recuerdo con la banda sonora del llanto de mi hija, las veces que he visto esta casa en fotos con amigos que han pasado por aquí, y han cruzado las calles de este barrio con nombres de los presidentes de los Estados Unidos. Tras el stop del llanto, llega un silencio que sobrecoge y me recuerda a Concha, madre de Grisel, quien desde joven quiso venir a vivir acá, y no pudo lograrlo hasta pasados los sesenta pero murió prematuramente, no llevaba un año de este lado, reunida con su hija. Es un privilegio poder desear, y que los deseos se cumplan.
Siento su risa cálida y cercana, feliz por conocer a Maya. Con su recuerdo, partimos, al primer party familiar: comida en casa de la tía Mamilla.
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