"Andan por las calles escribiendo, y viendo y viendo
Lo que ven lo van diciendo y siendo y siendo
Ellos poetas a la vez que se pasean, pasean, pasean
Van contando lo que ven y lo que no, lo fantesean"
Sé que muchos lectores
y seguidores le gusta saber quién es ese que escribe sin parar. Que hay detrás
y dentro de él. Qué tiene o qué falta en
su vida que no para de ordenar palabras para otros sin saber en realidad por
qué lo hace. No sé si les decepciono diciéndoles que yo no lo sé.
Que yo
escribo, que soy padre y poeta. Pero esta canción cantada por Milton Do Nascimiento
en castellano, me retrata de una forma tan visceral que es mi Valium personal
tras cada derrota o partida; que me salva de suicidios personales y virtuales. Los
días de cumple de mi madre son siempre de reflexión larga, si estoy lejos de mi
hija me conecto más que nunca a una isla.
Aunque ya no
escribo con Biromes (lapiceros) ni servilletas, ahora lo hago en pantallas
táctiles, en La Habana si lo hacía cuando la descubrí, la sangre sigue
navegando bajo ese dolor.
No estoy
seguro que me gustaría escucharla en verano.
Es una canción de otoño-invierno. Escuchada en parís en un café en Montmartre
como lo hago con cascos es lo más correcto, nunca huyo de la nostalgia aunque su
abrazo duela.
Es una canción
perfecta cuando vas solo y es domingo andando por un frente marítimo; yo elijo
el mediterráneo o la barceloneta, en Barcelona, en París claro está el Sena, sus
bordes. Tú Cádiz, Málaga o San Sebastián... (La Habana o el malecón es mi ADN)
da igual, pero que sea el mar o río; o sea, humeda. También puede ser esa parte
del Sena o del Danubio, cuando dejan el centro urbano de París o Praga.
Si hay una
canción para recordarme si un día no estoy, que pasará pronto, soy mayor,
seguro será esta. No importa la forma en que me haya ido de aquí, esta puede
ser la última antes que termine todo.
Biromes y servilletas
"En Montevideo hay poetas, poetas, poetas
Que si bombos ni trompetas, trompetas, trompetas
Van saliendo de recónditos altillos, altillos, Altillos
De paredes de silencios, de redonda con puntillo
Salen de agujeros mal tapados, tapados, tapados
Y proyectos no alcanzados, cansados, cansados
Que regresan fantasmas de colores, colores, colores
A pintarte las ojeras y pedirte que no llores
Tienen ilusiones compartidas, partidas, partidas
Pesadillas adheridas, heridas, heridas
Cañerias de palabras confundidas, fundidas, fundidas
A su triste paso lento por las calles y avenidas
No pretenden glorias ni laureles, laureles, laureles
Sólo pasan a papeles, papeles
Experiencias totalmente personales, zonales, zonales
Elementos muy parciales que juntados no son tales
Hablan de la aurora hasta, cansarse, cansarse
Si tener miedo a plagiarse, plagiarse, plagiarse
Nada de eso importa ya mientras escriban, escriban, Escriban
Su mania su locura su neurosis obsesiva
Andan por las calles los poetas, poetas, poetas
Como si fueran cometas, cometas, cometas
En un denso cielo de metal fundido, fundido, fundido
Impenetrable, desastroso, lamentable y aburrido
En Montevideo hay biromes, biromes, biromes
Desangradas en renglones, renglones, renglones
De palabras retorciéndose confusas, confusas, confusas
En delgadas servilletas, como alchólicas reclusas
Andan por las calles escribiendo, y viendo y viendo
Lo que vem lo van diciendo y siendo y siendo
Ellos poetas a la vez que se pasean, pasean, pasean
Van contando lo que ven y lo que no, lo fantesean
Miran para el cielo los poetas, poetas, poetas
Como si fueran saetas, saetas, saetas
Arrojadas al espacio que un rodeo, rodeo, rodeo
Hiciera regresar para clavarlas en Montevideo"
29/12 2016, París.