El cielo a la altura del Prat en el Baix Llobregat, no parece la escenografía de las nubes en otoño-invierno en el Mediterráneo barcelonés; tiene, de hecho, la propiedad de un lienzo con los matices que imitan mal y groceramente ciertos óleos que no deberían ser. Es difícil imitar esta naturaleza.
Si contara las religiones y la literatura que durante siglos invitan al hombre a mirar atardeceres y amaneceres no podría escribir este post, haría una enciclopedia.
Hoy no la miro por recomendación de ninguno, hay amaneceres así de apacibles en otoño e invierno que si no lo miras, sabrás que te pierdes algo esencial, que tu vida es menos vida.
Como muchas veces yo no puedo por trabajo y otros cuelgan en redes su versión del cielo que disfruto, y su amanecer, hoy yo regalo este.