El último fin de semana, mientras yo estaba en la Sagrada Familia en Barcelona con mi hija, una vecina entrañable del edificio donde me crié en La Habana, Mercedes, me dijo que su madre murió en Cuba.
Ambas son vecinas del edificio donde me crié de 0 a 27 años. No pudo despedirse de ella, pues vive en Miami y los trámites para el pasaporte cubano se envían a Washington, más diabólico imposible, pues tiene pasaporte legal norteamericano que podría usar, si el Castrismo infernal no tuviese leyes tan discriminatorias contra los cubanos de EE. UU, de Europa o del Mundo. Sólo está a 35 minutos de La Habana, ¡su madre agonizó diez días! Cualquier no nacido en en Cuba; hubiese visto a su madre.
La madre de Mercedes, era especial, pues era profesora de geografía, y la primavera vez que vi una bola del mundo, Atlas, fue en su casa, era de madera y estabs encima de un mueble, mi padre era marino mercante y ya otros países me fascinaban. Y aún no tenía conciencia política.
Sin olvidar que sus hijas, Blanquita y Mercedes eran objetivo de deseo mío y de mis hermanos mayores. Y están en todas las fotos que tengo de mis cumpleaños cuando era pequeño.
Lo peor de su muerte, no es que muriera, ya sabes que será así con todos. Sino, que Mercedes no pudo ir a despedirse por el maldito pasaporte cubano que te obligan absurdamente a viajar con él, ese mal gobierno de Castro.
Por ella me siento mal. Por ella estoy triste. Es una tristeza larga, pues parte de mí familia tiene edades y años para esto y me anticipo a un duelo de ausencias que tendré que vivir como el hombre que no soy..
Un abrazo fuerte Mercedes desde Barcelona.
Que tu duelo sea leve. Y que se acabe esta agonía infame de no aceptar la nacionalidad que eligimos y no con la que nacimos. Nacer es un azar. Elegir donde vivir en plena adultez es una toma de conciencia con el entorno.
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