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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Playa de 16 en Miramar parte de vida


Playa de 16 en Miramar parte de vida


Recuerdo Político: En 1980, estaba en la Playita de 16 en la costa de Miramar en La Habana con unos amigos de secundaria cuando llegó alguien gritando que la Embajada del Perú estaba abierta para que entraran todos los que quisieran irse del país. Como otros bañistas, fuimos andando hasta la Embajada y vi como mucha gente entraba, todos pensamos que sería una trampa y terminarían presos, no fue así.
Recuerdo Musical: En la playita de 16 escuchábamos emisoras cuyas hondas emitían desde Miami la música en inglés prohibida en la radio nacional que era hecha a nuestra medida.
Recuerdo Personal: Quizás el recuerdo más recurrente es ver a casi todos, todo el día metidos en el agua sin salir, algo insólito en el Mediterráneo que ahora me es afín..., o el Atlántico cuando me bañaba en Cádiz.
Aquí el mar es más escenografía del recreo que vida en él cuando uno va a la playa. Esa ausencia de contacto perpetuo con el mar y esa forma que tiene la costa habanera de dejarte su recuerdo en forma de púas móviles de erizos de mar en la planta del pie, que diez años después llega a la memoria, duele. Aunque sean hoy erizos virtuales de una ciudad invisible -globosa o discoidal- que resetea el síndrome de la ausencia.


lunes, 27 de septiembre de 2010

Foto de Guillermo Cabrera Infante en Cuba años sesenta.


Sentados, a la izquierda, Ricardo Vigón (1928-1960), junto a Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), en el solar habanero donde vivía el escritor con su familia. Circa 1948. «Todo lo que sé de cine (…) se lo debo a tres personas: Ricardo Vigón, Germán Puig y Néstor Almendros. Pongo a Vigón en primer lugar (…) porque es a él a quien debo más”. Guillermo Cabrera Infante: Un oficio del siglo XX © Fotografía de Germán Puig

Me resultó impactante encontrar en la red, esta foto de Cabrera Infante trabajando en un solar habanero con Roberto Vigón. No deja dudas de que está en su casa, los rostros de las niñas, y los cubos de agua en cada puerta,  añaden un realismo insultante. El hecho relevante de que él está sentado en el único sillón de la escena es Excelente.

Están en un solar habanero o casa de vecinos como se dice en España, la naturalidad de la escena y la precariedad con que se desarrolla la creatividad de los dos personajes miuy jóvenes que luego serán claves en la cultura cubana es una maravilla. Ver a Cabrera Infante en camiseta blanca de mangas cortas para quien lo conoce en traje en la contraportada de todos sus libros no deja de ser peculiar, y le imprime un carácter a sus textos como prueba que ha escrito lo que ha vivido.




domingo, 26 de septiembre de 2010

La Piel de los Pirineos: Yara

a Yara Duverger Vidal 

Ella iba conduciendo un coche italiano mientras pasábamos los Pirineos. Parecía que ya lo había hecho otras veces por la estabilidad con que entraba al vértigo de esta altura sin inmutarse. Leyó en voz alta un cartel de tráfico en francés que nos advertía que el nuevo límite de velocidad era 130 Km/h, y aceleró mientras me pedía que pasara del MP3 y pusiese la radio que ya estaba minada de emisoras en francés.
Era la primera vez que pasábamos los Pirineos en coche, de Cataluña a Francia, aunque ya habíamos visto el delirio de estas montañas entrando al mar por el Cap de Creus, sugerencia de Gala y Dalí.
Pasar fronteras sin tener que pedir permisos da un estremecimiento en la sangre que estimula la adrenalina, muy cercano al placer, cuando se ha vivido más de treinta años en una dictadura. No es extraño que en anatomía el pirineo sea un tejido de músculos ubicado entre la vulva y el esfínter, zona rica en terminaciones nerviosas que alientan el deseo.
Paul Valéry ya había escrito que lo más profundo que tenemos es la piel.