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jueves, 24 de abril de 2014

Los pasajes, calle breves y vaginales de Barcelona. Barrio de Gràcia.


Para llegar al sitio que elijo en la memoria para escribir, siembre bares o teterías. Voy por los caminos del barrio de Gràcia en Barcelona donde vivo y escribo. Nunca he hablado de los pasajes por los que transcurre mis andares, hoy si. Hay en mi ruta actual dos.  Uno el Passatge Redemptor, que lo mejor que tiene es una escalera, y el  Passatge  Camil Oliveras que es el encanto del siglo XIX en sí mismo.
Cuando entras aquí en Camil Oliveras, ver las fotos del post, la perspectiva de la calle se estrecha y sólo ves a ambos lados pequeñas casas modernistas renovadas con jardines. Todo  muy modesto a nivel arquitectónico pero dan una idea excelente de cómo vivía la clase media del barrio hace más de un siglo.
Los árboles varios forman parte del paisaje,  son cómplices de una escenografía que no deja que la luz plena se apodere del todo. Todo es húmedo y vaginal y las flores en primavera crecen a gusto, en forma y a placer.
Estos pasajes son como calles adolescentes que no han crecido. Parecen otra fuga en el exilio que ya tengo. Nunca se sí alguien me sigue o voy siguiendo a alguien que soy y no encuentro.  Me gusta pensar que un día algún vecino me invitara a compartir el jardín y cuando pasé la verja privada entraré en el siglo XIX con pleno derecho, si ese vecino es el propio Camil Olivera i Gensana, que fue arquitecto de la diputación de Barcelona, el placer fuese doble.

   



  

  
 


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Laura me trajo un sobao pasiego de Cantabria. ¿Nuria besó por vez primera en un cementerio...?


Los diálogos cruzados de la mesa de la comida en mi trabajo tras la Semana Santa arde en historias varias. Hoy Laura se adjudicó el prota con un sobao pasiego que nos  trajo de Cantabria que se deshizo en mi paladar, antes en mi lengua. Yo y muchos estamos adaptados a los sobaos del supermercado, pero cuando te traen uno original o natural, te das cuenta que los mercados tradicionales no deberían desaparecer jamás. Este en especial tenía el punto de la mantequilla como mismo lo tiene un cruasán francés, original. Mi cultura de los dulces tradicionales en Europa es cierto que comenzó con el refinamiento de las tiendas que ví cuando llegué a París, pero para ser sincero, una mañana que recogía olivas en Lucena, Córdoba en el 2001, la mujer del encargado de la faena trajo un pastel de manzanas hecho en su casa que me cambió para siempre el paladar.
Del sobao pasamos a el pueblo de Lérido la  Coma i la Pedra, donde Nuria va de vacaciones y en su cementerio todas las adolescentes ( Laura y yo pensamos que ella también) estrenan sus labios por vez primera y las personas mayores van a jugar las cartas. Su padre le ha dicho muchas veces que él desea que lo entierren allí pues descansar donde los adolescentes se besan por vez primera es algo maravilloso.
Laura retoma su roll, perdido por escasos segundos y cuenta que una amiga suya perdió la virginidad en la pared de una iglesia. Eso es más raro que besarse en los cementerios seguro, añadió... Nos reímos un rato y recordé otra anécdota de Laura... Nuria contó que en un viaje a la India vió cómo no enterraban a los muertos y los ponían bajo un árbol que absorbía todo el olor del cadáver... 
Entre dulces y muertos  pasamos a comentar la muerte del escritor colombiano Gabriel García Márquez, una ruta lógica y natural para su literatura. Nuria y yo hablamos sobre él, ya que Laura aún no conoce su literatura. Hoy he buscado Cien Años de soledad en muchas paradas de libros de la fiesta de San Jordi, y estaba agotado en todos los sitios, en realidad, en casi todas las mesas.




Ingredientes del sobao pasiego: 
En su origen fue  masa de pan,  azúcar blanco y  mantequilla. En el sobao pasiego antiguo se añadían dos huevos, una cáscara de limón rallada y el licor de anís o ron. El sobao moderno surgiría en el año 1896, cuando una cocinera del doctor Madrazo, Eusebia Hernández Martín, sustituyó la masa de pan por harina
La zona donde comenzó la cultura del sobao pasiego se encuentra centrada en la denominada comarca del Pas, que abarca la zona delimitada por los ríos Pas y Pisueña y el área de influencia de dichos ríos. Estos territorios se encuentran situados en la zona centro de la Comunidad Autónoma de Cantabria.