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sábado, 23 de julio de 2011

Tercer Cumpleaños Feliz de Maya: 23 de julio

 Ya no puedo cargar a Maya entre los brazos y que todo su cuerpo me quede en el centro del pecho, mi pecho ya no es del tamaño de mi niña, pero cuando me cantó cumpleaños feliz este año y me dijo: ¡Cumpleaños Papí!, modificando de forma creativa la última estrofa de esta canción, ¡Cumpleaños Feliz!,  volvió al centro del pecho donde pensé que su crecimiento la había expulsado.
Maya se viste de princesa, se pinta como la madre, prepara comida de ficción en su cocina plástica, juega a ser una gata por momentos, ve videos de Disney con todas sus princesas, pero ahora es fan del gato Félix del cual fui fan cuando era pequeño, grita ¡Papá pon música cubana! Y se refiere a las canciones infantiles que nos enviaron de La Habana en un DVD y a ella le gusta especialmente Vinagrito o la de la Gata Mini cantada por Miriam Vázquez, mi vecina que murió hace poco, y no pude decirle que en Barcelona escuchamos su voz para siempre que entretiene a mi hija. 
Maya se sabe todas las canciones en catalán del cole y las canta de carrerilla y la profe en el resumen de su comportamiento anual nos dice que tiene la virtud de darle el tono de las canciones que ella no recuerda y que junto a su amiga Carol, hija de un inglés y una catalana, son el ánima de la clase, que las niños y niñas giran en su órbita.
Algunas noches le gusta irse a nuestra cama cuando un sueño se le convierte en pesadilla para que entre la madre y yo no lo dejemos entrar en su cabeza. Me dice: -Por favor, ¡quiero leche!, a las horas más inapropiadas de la madrugada, pero siempre se la traigo pues mi hermano mayor que también nació el 23 de julio, hacía lo mismo conmigo cuando yo pedía leche o comida en cualquier momento. Por eso, mientras pueda, tomará su leche de soja con cereales.
Maya me ayuda a vivir mejor en pareja, desplaza la tristeza y nostalgia a un lugar donde solo aparece si ella no está. Hace que el país elegido comience a suplir el país de nacimiento, es la reina de ganar el primer plano.
Resumir tres años es mucho pero tres anécdotas de viajes ilustran:
  1. Estando en Roma con ocho meses, en la Capilla Sixtina, Maya comenzó a llorar con una fuerza increíble, los custodios amables solo sonreían y mandaban a callar a los demás mientras nosotros estábamos sentados bajo la ira de Dios de Miguel Ángel, con nuestra ira pequeña pidiendo leche.
  2. En París, con 2 años, vio por primera vez la Torre Eiffel desde un autobús cuando iba con su abuelo y la cara de inocencia se trasformó en asombro, suerte que llevaba la cámara.
  3. Este año en Madrid, visitamos el Prado con ella, había una expo temporal de pintura española del siglo XIX, al llegar ante un cuadro de Mariano Fortuny, había un retrato de un africano negro (El vendedor de Tapices), ella se dio la vuelta y dijo: Papá, señalando el cuadro. 
Amigos y lectores, esta es nuestra Maya...