No conozco actualidades de cambio en mi antiguo país. Sí recuerdo un cine llamado Actualidades, que desde 1906 ofrece sus funciones de sala oscura e iluminó una novela: La Habana para un infante difunto, de Guillermo Cabrera Infante.
Hoy vivo lejos de esas esencias, no obstante, extraños me piden que opine sobre actualidades que allí suceden y a ellos seducen de ilusión con cambios. Me atan a un origen dependiente que desequilibra mi segunda regla de integración posible:
No estar pendiente del país de origen aumenta la concentración en el nuevo estado... Mientras aquel universo continúe descansando sobre el caparazón de una tortuga verde. ¿Es posible realmente no estar pendiente de un país que tiene referencias diarias en la prensa española?
El salvaje desasosiego de dividir continuamente: El alma del cuerpo/ El primer encuentro con la convivencia/ Los amigos con la familia/ El exilio con el país evaporado/ El humus con los frijoles negros/ El silencio con la música/ El Castillo de Carcassonne con la Fortaleza de la Cabaña.. .
Todavía no tengo los años de Ulises el griego para volver. Pero tengo una cantidad razonable que siento en los hombros. De noche suelo llegar adonde ni yo mismo llego cuando estoy despierto. Los recuerdos vuelven y solo me produce asesinos... que lamento.
Una tía murió en la Habana con noventa y cuatro años. Mi hermano sufrió algo cercado a un infarto muy parecido a mi padre hace dos meses, de ambos sucesos me enteré más tarde, esa es la condena del exilio, el efecto es tardío..., es lo que hay.
foto de Patricia Menéndez, cine Actualidades de Cuba. Construido en 1906.
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